San Antonio De Padua
y
La
mula Del Hereje
Etimología: Antonio:
"Defensor de la Verdad"
13 De Junio Fiesta en su honor.
Por dondequiera que pasaba, san Antonio de Padua era
el flagelo de los herejes en virtud del maravilloso don con que refutaba sus
objeciones y desenmascaraba sus calumnias contra la fe católica.
Milagro Eucarístico de Rimini, Italia.
En
el año 1227 Predicaba San Antonio de Padua en Rímini (Italia), situada
junto al Adriático, entre los ríos Marechia y Ansa, era una de las ciudades
principales de Italia, y en la cual los *herejes patarinos se habían hecho más
fuertes, desfigurando el dogma de la presencia real, reduciendo la
Eucaristía a una simple cena conmemorativa.
*HEREJÍA ALBIGENSE (PATARINOS O CATAROS): rechazaban
la divinidad de Cristo, la Tradición, los Sacramentos, la obediencia a la jerarquía
eclesiástica. Promovían creencias esotéricas y extremistas.
Aquellos herejes se hubieran convertido con sólo la
predicación del Santo de no haberlo impedido algunos jefes de aquella secta.
La larga discusión terminó por recaer sobre el Augusto Sacramento de la Eucaristía.
El principal de estos últimos se llamaba Bonvillo, y
por su posición social, formación y elocuencia gozaba de gran prestigio. Por lo
mismo, él fue quien levantó la voz de protesta luego de ver agotados sus
argumentos.
La larga discusión terminó por recaer sobre el Augusto Sacramento de la Eucaristía.
Antonio, en su predicación, ilustró plenamente la
realidad de la presencia de Jesús en la Hostia Santa. Mas los jefes de la
herejía no aceptaban las razones del Santo e intentaban rebatir sus argumentos.
Luego de grandes dificultades, el defensor del error
fue reducido al silencio. Pero, si bien estaba derrotado no se había
convertido; y entonces Bonvillo recurrió a un argumento extremo en desafío al
santo:
–Dejémonos de palabras y vayamos a los hechos. Si con
algún milagro puedes probar frente a todo el pueblo que el cuerpo de Cristo
está presente de verdad en la Hostia consagrada, yo renegaré de mis ideas y
aceptaré las tuyas.
–Escucha, pues, mi propuesta: tengo una mula en mi
casa.
La dejaré encerrada durante tres días sin alimento
alguno, y así la traeré a esta plaza.
Entonces, en presencia de todos, le ofreceré una
abundante cantidad de avena, y tú le presentarás eso que, según dices, es el
cuerpo de Jesucristo.
Si el animal hambriento abandona la comida para correr
donde ese Dios que todas las criaturas deben adorar, conforme a tu doctrina, yo
creeré de todo corazón la enseñanza de la Iglesia Católica.
El Santo,
iluminado e inspirado desde lo alto aceptó la prueba y se retiró a implorar el
auxilio de Dios con oraciones, ayunos y penitencias.
El día fijado vino gente de todas partes.
No era posible confundir la plaza en que se realizaría
la gran prueba; católicos y herejes la desbordaban, presos de una expectativa
fácil de imaginar.
En una capilla cercana, Fray Antonio celebraba la
santa Misa con angelical fervor.
Llegó entonces el albigense tirando su mula, mientras
un compinche traía el alimento favorito del animal, escoltado por una
multitud de herejes que auguraban su victoria.
En ese momento, san Antonio salió de la capilla
portando el cáliz con el Santísimo Sacramento.
La plaza quedó en silencio. Dirigiéndose a la mula, el
santo clamó con fuerte voz:
–¡En el nombre y por el poder de tu Creador, el que
pese a mi indignidad sostengo realmente presente en mis manos, yo te ordeno,
pobre animal, que vengas sin demora a
inclinarte humildemente frente a Él, y así los herejes reconozcan que toda criatura
se somete a Jesucristo, Dios Creador que el sacerdote católico tiene la honra
de hacer descender sobre el altar!
Al mismo tiempo, el albigense puso el montón de avena
bajo el hocico de la bestia hambrienta, incitándola a comer.
¡Oh prodigio! Sin prestar atención alguna al alimento
que se le ofrecía, sin escuchar más que la voz de Fray Antonio, el animal se
inclinó ante el nombre de Jesucristo y después doblo respetuosamente las
rodillas ante el Santo que mantenía levantada la Sagrada Hostia, permaneció en
esta postura hasta que San Antonio le concedió licencia para que se levantara.
Al ver esto los católicos estallaron en muestras de
entusiasmo, al paso que los herejes se sentían aplastados por el estupor y la
confusión.
Bonvillo cumplió su promesa y se convirtió de todo
corazón a la fe católica, desde ese día se convirtió en uno de los cooperadores más activos del Santo *taumaturgo.; los herejes se retractaron de sus errores, y San
Antonio, después de dar la bendición con el Santísimo en medio de una tempestad
de vítores y aplausos, condujo la Hostia procesionalmente y en triunfo a la
iglesia, donde se dieron gracias a Dios por el estupendo portento y conversión
de tantos herejes.
*taumaturgo: persona que obra muchos milagros.
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