La familia y la vida son la base de la existencia y la estabilidad y el bienestar de una sociedad
Hay que respetar la vida que es sagrada.
SI UN PUEBLO SE CONVIERTE EN UN PUEBLO
ABORTERO, CRIMINAL,
NO PUEDE ESPERAR LAS BENDICIONES DE DIOS.
NO PUEDE ESPERAR LAS BENDICIONES DE DIOS.
Son
crímenes que claman venganza al cielo , porque es matar al inocente . sofocar
la vida en el lugar más sagrado donde
debe estar más protegido: en el vientre de su madre.
La familia bien constituida es una cosa seria y
respetada en las leyes.
NORMA 046
NORMA ABORTISTA, MACABRA Y TERRIBLE
Establece que cualquier adolescente mujer de 12 años o
más, que vaya a un centro de salud y diga me violaron ., Y sin investigar si es
cierto o no es cierto, sin preguntar quién es el violador para darle el castigo
según la ley y sin el consentimiento de
los padres, le practican el aborto.
Un adolescente de 13. O 14 años no puede votar ,
celebrar contratos, comprar cigarros o licor, pero si puede pedir que le hagan el aborto y
no necesita pedir permiso de nadie.
A los católicos les digo, que en conciencia no pueden
dar ningún apoyo en ninguna forma a aquellos candidatos o personas que están a
favor del aborto, del divorcio, de matrimonios homosexuales.
TENEMOS QUE DEFENDER LO ESENCIAL DE ESTE PUEBLO NUESTRO :
La familia y la vida que son la base de la sociedad,
que forma ciudadanos sanos, bien protegidos
y equilibrados psicológicamente.
Dios les bendiga.
Cardenal Juan Sandoval Iñiguez
La Norma 046, propicia impunidad. la Norma Oficial
Mexicana representa una “puerta abierta” para la comisión, sin castigo, de
delitos de violación y abuso sexual en contra de mujeres, particularmente
menores de edad.
Carece de claridad, alienta la comisión de agresiones
sexuales sin castigo, ante la pasividad de la Secretaría de Salud y el Congreso
de la Unión.
Es urgente la modificación de la referida NOM046.
CUANDO LOS IMPÍOS TOMAN LAS RIENDAS DEL
GOBIERNO; EL PUEBLO TENDRÁ QUE GEMIR.
"QUE LOS CIELOS Y LA TIERRA ESCUCHEN
Y RECUERDEN LO QUE ACABO DE DECIR; TE PUSE DELANTE LA VIDA O LA MUERTE, LA
BENDICIÓN O LA MALDICIÓN.
ESCOGE, PUES, LA VIDA PARA QUE VIVAS TÚ Y
TU DESCENDENCIA."
Deuteronomio 30,19
En numerosas ocasiones he
escuchado, como sacerdote, la confesión de una mujer que se acusaba de haber
cometido aborto. Cuando me llega esta situación, mi estómago se revuelve y
tengo que hacer un acto vigoroso de autocontrol para no decirle lo primero que
me viene a la mente: ¿cómo ha sido usted capaz de tal crimen? Lo normal es que
cuando una mujer se acusa de aborto, ya viene arrepentida y dolorida por el
crimen cometido. De todos modos, y esto depende de cada caso, siempre es bueno
hacerle tomar conciencia de la gravedad del hecho; pues algunas veces he visto
que se confiesan y no parecen darse cuenta de la gravedad del crimen cometido.
También he conocido casos
en los cuales, una mujer, después de confesarse de haber cometido aborto, me
vuelve a las varias semanas diciéndome que no se siente perdonada; que el
crimen cometido le sigue dando vueltas por la cabeza, y por las noches sueña
con el niño que mató. La razón de este pesar, que dura en muchas ocasiones de
por vida, se debe a la gravedad del crimen cometido; crimen que no tendría
perdón, si no fuera por el amor infinito de Dios; pero crimen tan grave, que se
llevará en la conciencia de por vida y que luego habrá que purgar durante
muchos años, los que Dios quiera, hasta que la justicia de Dios se aplaque. ¿De
dónde le viene la gravedad especial a este pecado?
En muchos artículos se nos
ha hablado de la gravedad del aborto provocado en cuanto que es un crimen; pues
es el asesinato de un niño no nacido. Este asesinato tiene una gravedad
especial como consecuencia de un doble hecho: primero, porque es el asesinato
de un niño que nunca se pudo defender, y segundo, porque se le priva del cielo
y como consecuencia de la visión de Dios.
Pero vayamos por partes.
Primero de todo decíamos que es un asesinato; ya que es provocar
voluntariamente la muerte de un ser, que aunque en estado inmaduro, ya goza de
cuerpo y de alma; es decir tiene todos los derechos propios de un ser humano:
entre ellos el derecho a la vida.
Este ser humano es matado
como consecuencia de la conducta criminal de unos padres que prefieren seguir
viviendo “su vida” a la vida de un nuevo ser; vida, que es sagrada, pues fue
otorgada por Dios en un acto directo de su libre voluntad, ya que fue Él quien
en el primer instante de la concepción creó el alma y se la infundió.
Si todo crimen en un
pecado horrendo, pues es acabar con una vida que Dios había creado, la gravedad
del crimen del aborto es todavía mayor, pues ese niño no tiene modo alguno de
defenderse. La Iglesia, consciente de ello, castiga este pecado con la
excomunión; es decir con la expulsión del seno de la Iglesia católica.
Si ya por este solo hecho,
el aborto es un pecado horrendo, si a ello le añadimos que privamos para
siempre a este nuevo ser del gozo del cielo, hace que ese pecado sea todavía
mucho más grave.
El nuevo ser, que Dios
había creado para que un día pudiera gozar del cielo para toda la eternidad,
por ese vil crimen de los padres, es privado del bautismo y como consecuencia,
de la posibilidad de salvarse.[1]
Los padres, no tienen
derecho alguno sobre la vida de ese nuevo ser, ya que no les pertenece; y menos
todavía, tienen derecho sobre su destino
final; ya que éste es el resultado de una voluntad libre manifestada por la
nueva criatura a lo largo de su vida. Este niño, no sólo es privado del derecho
a la vida aquí en la tierra, sino también del premio que podría haber gozado si
hubiera vivido según las leyes de Dios. ¿Quiénes son los padres para privar del
cielo a un niño? Se adueñan de un poder que ni el mismo Dios ha querido tener;
pues somos nosotros, por nuestra libre voluntad, y siempre con la ayuda de
Dios, los que nos salvamos o condenamos.
Es pues tal la gravedad
del aborto que no es extraño que una mujer que haya cometido tal pecado se siga
acusando de por vida. Es ese mismo pesar lo que le va purificando el alma; y al
mismo tiempo le sirve de continuo recuerdo para tener siempre presente la
gravedad del hecho que cometió.
¿Cómo puede una mujer
volver a ser feliz si sabe que ha privado del cielo a una criatura suya?
Y en el caso de aquella
mujer que haya cometido el aborto y luego se haya arrepentido sinceramente: que
entregue su vida a Dios; que intente ser una verdadera santa; que viva una
seria vida de ascesis y sacrificio, para que así, poco a poco, pueda ir
cicatrizando de su alma la inmensa pena de haber cometido tal pecado; y si en
esta vida no terminara de pagar, tendrá que hacerlo durante muchos años en el
Purgatorio. Y si por alguna razón no se arrepiente y confiesa, tenga por seguro
que lo que le espera es la muerte eterna en el infierno.
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