LA HOMOSEXUALIDAD ES UNA ENFERMEDAD FUE RETIRADA DEL CATÁLOGO DE TRASTORNOS MENTALES, SIN NINGÚN ES

domingo, 28 de octubre de 2018

"¡YO SOY REY DE CIELO Y TIERRA¡"….ÚLTIMO DOMINGO DE OCTUBRE FIESTA LITÚRGICA EN HONOR DE CRISTO REY, DESDE 1925, ENCÍCLICA "QUAS PRIMAS" S. S. PAPA PÍO XI










S. S. PAPA PÍO XI ESTABLECIÓ LA FIESTA LITÚRGICA EN HONOR DE CRISTO REY, DESDE 1925… PERO DESPUÉS DEL CONCILIO VATICANO II ESTO SE HA CAMBIADO.












Solemnidad de Cristo Rey
Último domingo de octubre



Hoy se celebra la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo (Cristo Rey), realeza establecida dogmáticamente en el Concilio de Nicea cuando se proclamó a Nuestro Señor Jesucristo consustancial al Padre, como rezamos en el Credo, en el que también se proclama que "su reino no tendrá fin".



S. S. Papa Pío XI establecio la fiesta litúrgica en honor de Cristo Rey, desde 1925 en la Encíclica "Quas primas" cada último domingo de octubre, que es el anterior a la solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre),


Papa Pío XI:

«Nos pareció también el último domingo de octubre mucho más acomodado para esta festividad que todos los demás, porque en él casi finaliza el año litúrgico; pues así sucederá que los misterios de la vida de Cristo, conmemorados en el transcurso del año, terminen y reciban coronamiento en esta solemnidad de Cristo Rey, y antes de celebrar la gloria de Todos los Santos, se celebrará y se exaltará la gloria de aquel que triunfa en todos los santos y elegidos» (QP, 31).

 "La celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes.

A éstos les traerá a la memoria el pensamiento del Juicio Final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado cuanto también aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres".





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Después del concilio vaticano II la iglesia con el novus ordo celebra, la fiesta solemne de Jesucristo, Rey del Universo, el último domingo del año litúrgico* 



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*AÑO LITÚRGICO creado por inspiración de Dios por la misma iglesia, se distribuye en festividades y ciclos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y Tiempo Ordinario.

El año litúrgico se inicia con el Adviento, que se compone de cuatro domingos antes del día de Navidad.
 Este  domingo de adviento puede ser, entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre, y con él se inicia también el año litúrgico.


El calendario civil fué creado basándose en el calendario litúrgico.


El año litúrgico y el año civil contienen 365 días cada uno. El año civil termina el 31 de diciembre y comienza el 1 de enero.

 El año litúrgico comienza el primer domingo de adviento y termina un día antes. 

El primer domingo de adviento no tienen fecha fija, pues el año litúrgico solamente tienen algunas celebraciones apegadas al calendario civil pero otras celebraciones están más bien apegadas al calendario lunar como es el caso de la celebración de la Pascua. En otro caso la celebración de Navidad si tienen fecha fija y todos la conocemos. Navidad no es el 24 de diciembre sino el 25. 

Navidad no es un día, es un tiempo y comienza el 25 de diciembre y termina un día antes de la fiesta del bautismo del Señor que tiene fecha movible porque se ajusta a la celebración de la Pascua. 

La fiesta del Bautismo siempre será después del 6 de enero o de la fiesta de la Epifanía.








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RAZÓN DE ESTA FIESTA.

Sacerdote Dom Prospero Gueranger
Frente "a esta peste de nuestros días" los Papas no han cesado de levantar su voz. Pero, como la plaga iba en aumento, Pío XI quiso aprovechar el año jubilar para recordar solemnemente al mundo por la Encíclica Quas primas del 11 de diciembre de 1925, el completo y absoluto poder de Cristo, Hijo de Dios", Rey inmortal de los siglos, sobre todos los hombres y sobre todos los pueblos de todos los tiempos.

Además, para que esta doctrina tan necesaria no se olvidase demasiado pronto, instituyó en honor de su reinado universal una fiesta litúrgica que fuese a la vez memorial solemne y reparación de esa apostasía de las naciones y de los individuos, que se afanan por manifestarse en la doctrina y en los hechos en nombre del laicismo contemporáneo.

Finalmente, el Sumo Pontífice prescribió para esta misma solemnidad la renovación de la consagración del género humano al Sagrado Corazón.








CONSAGRACION AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS





"Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, miradnos humildemente postrados delante de vuestro altar:

vuestros somos y vuestros queremos ser; y a fin de poder vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.

Muchos, por desgracia, jamás os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han deshechado.

¡Oh Jesús benignísimo, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Santísimo! ¡Oh Señor! Sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado, haced que vuelvan pronto a la casa paterna para que no perezcan de hambre y de miseria.


Sed Rey de aquellos que por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos; devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo rebaño bajo de un solo Pastor. Sed Rey de los que permanecen aún envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dignaos atraerles a todos a la luz de vuestro reino.


Mirad finalmente con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fué vuestro predilecto; descienda también sobre ellos, como bautismo de redención y de vida, la sangre que un día contra sí reclamaron.


Conceded, oh Señor, incolumidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: "Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud; a El se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Así sea."



¡Viva Cristo Rey!


 "Estos pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque El es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con El son llamados, escogidos y fieles". Apocalipsis (17,14)

















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Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo 
Rey Del Universo, 
Fiesta de Cristo Rey



"¡Yo soy Rey de Cielo
 y Tierra¡"



 La humanidad debe reconocer mi Divina Realeza,¡ Mis Derechos Divinos sobre ellos! Es sólo en Mí, hija Mía, que la humanidad encontrará la paz . "( Diario 160, Jesucristo Rey de Todas las Naciones).





NOTA: La adoración a Jesucristo como rey, no necesita de ninguna aprobación eclesiástica, así, lo enseña la Santa Iglesia, como tampoco se necesita de ninguna aprobación eclesiástica la adoración a su sangre Preciosa, a sus santas llagas, a la corona de espinas, a la herida del sagrado costado, a su sacratisímo cuerpo, al santísimo sacramento, al sagrado corazón, etc.

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Dom Guéranger,
paladín de la liturgia romana
Prosper-Louis-Pascal Guéranger

Defensor de la Iglesia Romana,
Restaurador de la liturgia romana.



En 1860, durante una investigación llevada a cabo por la Santa Sede para encontrar el mejor modo de condenar los "errores modernos" y en especial el liberalismo político, el abad Guéranger envió una respuesta que, entre otras de importantes eclesiásticos de Francia y de Bélgica, fue la base de una primera lista de errores, lista que luego se convertiría en el Syllabus.1​

Entre sus escritos más importantes cabe recordar Instituciones litúrgicas (1840-1851) y El año litúrgico (1841-1866).

Dom Guéranger tenía un amor especial por el papado. Su Mémoire sur l'Immaculée Conception atrajo sobre sí la atención de Pío IX, quien le pidió que colaborara en la preparación de su dogma mariano, proclamado el 8 de diciembre de 1854. En 1870, durante el Concilio Vaticano I, expuso en La monarchie pontificale el apoyo de la tradición a la infalibilidad del Pontífice romano.

Su devoción hacia el Sagrado Corazón era muy intensa. Lo considera el mejor remedio contra el jansenismo. Es una de las razones por las cuales se interesa por Santa Gertrudis y por los místicos.

A partir de 1862, Dom Guéranger tomó la iniciativa de impulsar a varios de sus discípulos en la búsqueda de las fuentes de los cantos litúrgicos de la Iglesia, poniendo así a Solesmes en el camino que conducirá a la restauración del canto gregoriano y a la edición de su repertorio.

Murió el 30 de enero de 1875, a la edad de 69 años. Su cuerpo está sepultado en la cripta de nuestra iglesia abacial, mientras que su corazón reposa en el santuario de la iglesia de Saint-Cécile de Solesmes.
























 «Acercáronse los fariseos y saduceos y, para ponerlo a prueba le pidieron que les hiciese ver alguna señal del cielo. Mas Él les respondió y dijo: “Cuando ha llegado la tarde, decís: Buen tiempo, porque el cielo está rojo”, y a la mañana: “Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío”. Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos» (Mt 16, 1-3).

También a nosotros se nos puede reprender por no saber distinguir el tiempo que vivimos, no saber reconocer los signos de los tiempos… Ante la realidad de la situación debemos preguntarnos ¿dónde está, entonces, la Realeza de Cristo?

«Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)» (CATIC, nº 675).

3) La restauración final tendrá lugar en y por Jesucristo:

«La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13)» (Ibíd., nº 677).

Por tanto es reconociendo estos “signos de los tiempos” como los cristianos de comienzos del siglo XXI tenemos que vivir la realeza de Cristo. Sin esperar, al modo de Lammenais, una Iglesia reconciliada con los principios de la libertad moderna ni ensoñar con una “democracia con valores”. Pero sin esterilizar tampoco la propia acción religiosa y social con el anhelo de una imposible restauración.



San Luis María Grignion de Monfort:

«Así como por María, vino Dios al mundo la vez primera en humildad y anonadamiento, ¿no podría también decirse que por María vendrá la segunda vez, como toda la Iglesia le espera, para reinar en todas partes y juzgar a los vivos y a los muertos? ¿Cómo y cuándo?, ¿quién lo sabe? Pero yo bien sé que Dios, cuyos pensamientos se apartan de los nuestros más que el cielo de la tierra, vendrá en el tiempo y en el modo menos esperado de los hombres, aun de los más sabios y entendidos en la Escritura Santa, que está en este punto muy oscura.

Pero todavía debe creerse que al fin de los tiempos, y tal vez más pronto de lo que se piensa, suscitará Dios grandes hombres llenos del Espíritu Santo y del espíritu de María por los cuales esta Divina Soberana hará grandes maravillas en la tierra para destruir en ella el pecado y establecer el reinado de Jesucristo su Hijo sobre el corrompido mundo» (Tratado de la Verdadera Devoción, 58-59).


PADRE ÁNGEL DAVID MARTÍN RUBIO









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