ATENTADO
CONTRA LA PATRONA DE MÉXICO
En un día como hoy hace 97 años el 14 de noviembre de 1921, la antigua Basílica de Nuestra Señora de
Guadalupe sufría un atentado, en el que un hombre colocó un cartucho de
dinamita marca Hércules -común en la minería-, escondido en un arreglo floral,
que sin remordimiento puso a los pies de Santa María de Guadalupe, con el firme
propósito de destruir la imagen sagrada.
De un grupo de obreros que se encontraban dentro de la
Basílica, se adelantó un individuo pelirrojo, vestido con un overol azul nuevo,
a colocar rápidamente un ramo de flores ante la imagen original de Nuestra
Señora de Guadalupe.
Caminó hacia la imagen de la Virgen de Guadalupe, colocó las
flores debajo de ella y se alejó con rapidez., Bajó y un momento después se
produjo una tremenda explosión, que sacudió los muros de la Basílica: había
estallado una bomba a los pies mismos de la imagen milagrosa.
La basilica bailo; los vitrales se destruyeron, los pesados
candelabros de latón volaron, el Mármol del Altar se quebró y un pesado
Crucifijo se dobló.. La explosión se sintió 10 cuadras a la redonda,
causando graves daños.
El humo cubrió el altar.. La gente mirando hacia la Virgen
se dio cuenta del milagro, ni el Ayate de Juan Diego, ni el vidrio que le
protegía sufrieron daño alguno.
Luego del primer momento de estupor, los fieles reaccionaron
y se dirigieron hacia el grupo de obreros, dispuestos a linchar al culpable.
Entonces llegó el presidente municipal de la Villa, quien en esos momentos
recibió una llamada telefónica del entonces Presidente de la República, Gral.
Álvaro Obregón, quien le encargó “dé usted pido garantías al preso que acaban
de detener. Yo mando por él”.
JUAN M. ESPONDA DINAMITERO
RESPONSABLE DEL ATENTADO CONTRA NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
El presidente le había
ordenado evitar que lastimaran a quien había Cometido el acto que vulneraba a la sagrada imagen de la
virgen del ayate.
El pelirrojo fue
llevado a las oficinas municipales, custodiado por la policía para evitar que
los católicos se le fueran encima. El pelirrojo fue trasladado por un camión
militar.
PRESIDENTE
ALVARO OBREGÓN
Tiempo después se supo que detrás de éste desafortunado
hecho estaba el nombre de Álvaro Obregón, entonces Presidente de la República y
el dinamitero respondía al nombre de Juan M. Esponda, empleado de la Secretaría
Particular de la Presidencia.
Se supo, también, que los obreros que habían protegido en el
primer momento al sacrílego dinamitero no eran sino soldados disfrazados. Se
supo en fin, que el presidente Obregón había preguntando repetidas veces a los
empleados de su Secretaría Particular si no habría algún valiente que se
animara a destruir la imagen guadalupana. El P. Jesús García Gutiérrez consigna
también que hubo varias personas que oyeron decir a Obregón en un discurso -la
primera vez que vino a México-, que no descansaría hasta limpiar a su caballo
con el ayate de Juan Diego.
"EL HIJO PROTEGIÓ A LA MADRE"
SANTO CRISTO DEL ATENTADO. BASÍLICA DE GUADALUPE (MÉXICO).
Foto: crucifijo con su base doblado por la explosión.
En tiempos del más grave jacobinismo oficial en México se
realizó este atentado con el sacrílego propósito de destruir la imagen de Santa
María de Guadalupe milagrosamente impresa en la tilma de Juan Diego. Este
Cristo se dobló y recibió el impacto de la detonación, protegiendo así la
venerada imagen de su Madre. Tras la explosión, el altar de mármol, los pesados
candelabros de bronce y plata y todo en un radio de 10 metros fue destruido y
lanzado por los aires; sin embargo el milagroso lienzo de la Virgen de
Guadalupe permaneció imbatido y ni siquiera sufrió daños el cristal que lo
protegía.
Los fieles mexicanos le tienen mucha devoción a esta imagen
de Cristo. Puede visitarse en el interior de la Basílica de Guadalupe en la
capital mexicana.
El crucifijo que la protegió y recibió el impacto de la
explosión se le conoce como el “Santo Cristo del Atentado”, como resultado de
la explosión el crucifijo quedó retorcido.
La imagen se conserva hoy en la parte posterior de la
Basílica de Guadalupe, junto a la historia y la foto que se tomó tras el
atentado con una inscripción adjunta que indica: "El Hijo protegió a la Madre".
La antigua basílica de Guadalupe, se encuentra a un costado
de la actual.
Ahí se encuentra el Cristo del Atentado, que sufrió una
deformación y que es visitado por miles de personas al año.
Detrás del acto de terrorismo contra la Reina de México
estaban los enemigos de la Iglesia; el liberalismo y la masonería. El atentado
fue pensado y solicitado por el presidente Álvaro Obregón. En su obra Civilismo
y militarismo en la revolución, 1958, Rosendo Salazar también involucra en el
atentado a la C.R.O.M, y con ella a su bolchevique líder Luis N. Morones.
La indignación del pueblo mexicano por el atentado fue
grande, y el 17 de noviembre “el comercio de nuestra capital cerró durante 5
horas como protesta por este incalificable atentado”.
El furor que despertó el sacrílego intento fue tremendo, los
católicos pedían a gritos justicia, pero el procurador Eduardo Neri declaró
-con enorme cinismo e hipocresía- que “el acto en sí mismo no favorece más que al elemento
clerical: ya políticamente porque éste aparece desempeñando, como otras veces
lo ha hecho, el papel de víctima para ganarse la conmiseración pública; ya
religiosamente, porque se explota un nuevo milagro; ya pecuniariamente, porque
han encontrado, y quién sabe si no provocado, los Caballeros de Colón
adláteres, una nueva base para organizar romerías que de seguro les dejarán
fuertes cantidades de dinero.
Estimo que todas las creencias religiosas merecen un
respeto absoluto (¿de veras?), pero que es repugnante utilizarlas para fines
innobles.”
El domingo 18 se organizó una manifestación por la A.C.J.M.,
se repartieron volantes, se pronunciaron discursos, y después de que una
multitud que desbordaba de la Plaza de Armas echara vivas a la Virgen de
Guadalupe, se cantó el Himno Nacional. La A.C.J.M. desplegó 14 estandartes
tricolores con la imagen de la Morenita del Tepeyac e iniciaron una marcha hacia
la avenida de San Francisco. Por allí se acercaban los bomberos, listos para
dispersarlos con las mangueras, pero un grupo de automovilistas católicos
bloquearon a los carros de bomberos, permitiendo así la manifestación.
Posteriormente volvieron a la Catedral entre tañidos de campanas y se cantó un
Te Deum en acción de gracias a Dios por haber preservado la imagen milagrosa.
Fotografía tomada después del atentado
La construcción del nuevo templo, hoy la basílica concluyó
en 1976.
El atentado era el preludio de lo que años después
sería la persecución religiosa en México. Poco tiempo antes, en 1917, se
promulgó la nueva Constitución que desconocía diversos derechos de la Iglesia y
ponía restricciones fuertes al culto público.
A la Iglesia le fueron expropiados los hospitales (y algún
psiquiátrico), siendo que fue la creadora de ellos, el uniforme de las enfermeras es copia del
hábito de las monjas pues ellas eran las originales enfermeras, en algunas
graduaciones de hoy día se usan las capas que las monjas usan.
A la Iglesia le fueron expropiadas las escuelas siendo
que fue la creadora de las universidades y después logró la educación pública (gratuita)
a través de San Juan Bautista de la Salle.
Luego en 1926 se promulgó la “Ley Calles”, que
prohibía las congregaciones religiosas y hasta que los sacerdotes usaran
sotana. Este fue el detonante de la Guerra Cristera o Cristiada.
El evento se recordaba de vez en cuando pero volvió a
reavivar cuando un evento inesperado aconteció.
Años después, el 17 de julio de 1928, Obregón salió a comer al Restaurante “La Bombilla” en San Ángel.
En ese momento estaba a unos pasos José de León Toral. Se
trataba de un dibujante que pertenecía a la ACJM y a la Liga Nacional para la
Defensa de la Libertad Religiosa.
Toral, se levantó de donde estaba y le disparó al presidente
seis veces cayendo este fulminado y muriendo al instante.
Fue uno de los sucesos que marcó la historia de México. Pero
también se recordó aquel día en que se acusó a Obregón por el atentado de 1921.
JOSÉ DE
LEÓN TORAL EJECUTOR DEL PRESIDENTE OBREGÓN
ANTIGUA BASÍLICA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
EL PRIMER HOSPITAL DE AMÉRICA Y TUMBA DE CORTÉS
Hernán cortés fundo el primer hospital por iniciativa de Fray Bartolomé Olmedo, al terminar la conquista.
UNA DE LAS SALAS DEL HOSPITAL SAN JUAN DE DIOS CON EL
SANTUARIO AL FRENTE,
A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.
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