LA HOMOSEXUALIDAD ES UNA ENFERMEDAD FUE RETIRADA DEL CATÁLOGO DE TRASTORNOS MENTALES, SIN NINGÚN ES

domingo, 22 de julio de 2018

LA COMUNIÓN ESPIRITUAL




Con el nombre de Comunión Espiritual se entiende el piadoso deseo de recibir la Sagrada Eucaristía, cuando no se la puede recibir sacramentalmente.



La Comunión espiritual consiste, según Santo Tomás, en un deseo ardiente de recibir a Nuestro Señor Jesucristo sacramentalmente y en amoroso abrazo, como si se lo hubiera ya recibido

Sobre esto, Sta. Catalina de Siena tuvo una visión. Vio a Jesús con dos cálices y le dijo: “En este cáliz de oro pongo tus comuniones sacramentales y, en éste de plata, tus comuniones espirituales. Los dos cálices me son agradables”.

Sta. Teresa de Jesús recomendaba: “Cuando no podáis comulgar ni oír misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho


El Cura de Ars, decía:  “Una Comunión espiritual actúa en el alma como un soplo de viento en una brasa que está a punto de extinguirse.  Cada vez que sientas que tu amor por Dios se está enfriando, rápidamente haz una Comunión espiritual”.


Cuán agradable sea a Dios esta espiritual Comunión, y cuántas las gracias que por ella se nos conceden, lo manifestó el Señor a su sierva Sor Paula Maresca, fundadora del Monasterio de Santa Catalina de Siena, en Nápoles, mostrándole (como en su vida se refiere) dos vasos preciosos, de oro el uno y el otro de plata; y diciéndole que en el de oro conservaba sus comuniones sacramentales, y en el de plata las espirituales. Y a la beata Juana de la Cruz le dijo que cada vez que comulgaba espiritualmente, recibía la misma gracia que si hubiese realmente comulgado.


Baste sobre todo saber que el Sacro Concilio de Trento alaba mucho la Comunión espiritual, y exhorta a los fieles a practicarla.

Por eso todas las almas devotas suelen hacer a menudo este santo ejercicio de la Comunión espiritual. La beata Águeda de la Cruz lo hacía doscientas veces al día. Y el Padre Pedro Fabro, primer compañero de San Ignacio, decía que para hacer bien la Comunión sacramental, ayuda sobremanera el comulgar espiritualmente.


Estimúlese, pues, quien desee adelantar en el amor de Jesucristo, a practicar la espiritual Comunión, siquiera una vez en cada Visita al Santísimo Sacramento, y en cada Misa que oyere; aunque mejor sería repetirla tres veces en esta última ocasión , o sea al principio de la Misa, al medio y al fin.

Es la tal devoción mucho más provechosa de lo que algunos juzgan, y al mismo tiempo facilísima. Decía la mencionada beata Juana de la Cruz, que la Comunión espiritual se puede hacer sin que nadie lo note, sin necesidad de ayuno o de permiso del director, y a la hora que nos plazca: con hacer un acto de amor, está hecha. (Visitas al Santísimo Sacramento y a María Santísima por San Alfonso María de Ligorio)



“El lugar por excelencia de la comunión espiritual es la iglesia y su momento privilegiado es aquél en el que la persona está arrodillada ante el Santísimo sacramento”. (La comunión espiritual se puede hacer en cualquier momento del día y en cualquier lugar del mundo, pero, ciertamente, el momento más apropiado es el de la visita y adoración a Jesús sacramentado). Incluso, viajando o trabajando, podemos estar en adoración ante Jesús sacramentado.

Decía S. Antonio María Claret: “Tendré una capilla fabricada en medio de mi corazón y en ella, día y noche, adoraré a Dios con un culto espiritual”.

Si se tiene la desgracia de estar en pecado mortal  deben hacer un acto previo de contrición, si quieren recibir el fruto de la Comunión Espiritual. De lo contrario, para nada les aprovecharía, y sería hasta una irreverencia, aunque no un sacrilegio.



Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, 
Creador, Padre y Redentor mío; 
me pesa de todo corazón de haberos ofendido, 
porque he perdido el cielo y merecido el infierno., 
Pero sobre sobre todo
 porque os he ofendido a ti que tanto me amas, 
por ser vos quien sois,  
y porque os amo por sobre todas las cosas.,  
Propongo firmemente ayudado de vuestra divina gracia, apartarme de todas las ocasiones de pecar, 
confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.




Acto De Contrición

Si un corazón contrito y humillado,
Si un pecador perverso, arrepentido,
Si un hombre ciego, loco, prostituido,
Si un esclavo perpetuo del pecado.
Puede aguardar perdón de un juez airado,
puede aplacar a un padre que ha ofendido,
 Puede desagraviar a Dios que ha sido su creador,
 Redentor crucificado:
Hoy se postra a sus plantas con temor,
 hoy implora su gracia y su bondad,
mirando sus excesos con horror;
El perdón solicita a su maldad,
 el indulto le pide un pecador;
 Y esto espera por gracia y por piedad.













ORACIONES PARA COMULGAR ESPIRITUALMENTE:





Formula de  San Alfonso María de Ligorio


Jesús mío, creo que estáis en el Santísimo Sacramento; os amo sobre todas las cosas y deseo recibirte dentro de mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Y  como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos. No permitáis, Señor, que vuelva jamás a abandonaros.



Fórmula breve

Creo, Jesús mío, que estáis en el Santísimo Sacramento: Os amo y deseo. Venid a mi corazón. Os abrazo; no os apartéis nunca de mí.

Se ganan 3 años de Indulgencia cada vez. Plenaria al mes haciéndola todos los días. (Penit. 25 febrero 1933. Enchir. 164.)






La siguiente fórmula para hacer la comunión espiritual es aprobada por la Iglesia. En el rescripto de noviembre 24. 1922, la sagrada congregación de indulgencias efectúo la aprobación de ésta oración que reza así:



“O Jesús, me vuelvo hacia Vos en el sagrario donde vivís oculto por amor mío. Yo Os ámo, O Dios mío: pero ahora no os puedo recibir sacramentalmente a mi corazón y purificadme. Santificadme; y haced que mi corazón sea semejante al vuestro. Amén.



Señor, yo no soy digno de que vengas a mi morada; pero dí una sola palabra, y mi alma quedará sana.

Indulgencia de 500 días, si se repite tres veces. (129 en la raccolta 1944).






1. Jesús mío, creo que Tú estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte ahora dentro de mi alma; ya que no te puedo recibir sacramentalmente,  ven a lo menos espiritualmente a mi corazón.
Señor, no soy digno ni merezco que entres en mi pobre morada pero di una sola palabra y mi alma será sana, salva y perdonada.


El Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, guarden mi alma para la vida eterna. Amén.



2. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitáis, Señor, que jamás me separe de Voz.



3. Yo quisiera, Señor, recibirte con aquella pureza, humildad y devoción con que te recibió tu santísima Madre; y con el espíritu y fervor de los santos.





Te suplico, oh señor, mío Jesucristo que la ardiente y dulce fuerza de tu amor, embargue toda mi alma, a fin de que muera de amor por Ti, así como Tú te dignaste morir de amor por mí. Amén








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