REVELACIÓN DEL INFIERNO

REVELACIÓN DEL INFIERNO
JUNTO A JESÚS FUE AL INFIERNO

LA HOMOSEXUALIDAD ES UNA ENFERMEDAD FUE RETIRADA DEL CATÁLOGO DE TRASTORNOS MENTALES, SIN NINGÚN ES

miércoles, 1 de mayo de 2019

1 DE MAYO – SAN JOSÉ OBRERO, «PATRONO CONTRA EL COMUNISMO» REVELACIÓNES SOBRE SAN JOSÉ





AQUELLOS QUE DEFIENDEN Y PROPAGAN LA IDEOLOGÍA MATERIALISTA Y ANTICRISTIANA DE LOS COMUNISTAS INCURREN, ' ' IPSO FACTO", COMO APÓSTATAS DE LA FE CATÓLICA, EN LA EXCOMUNIÓN RESERVADA ESPECIALMENTE A LA SANTA SEDE





“El 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores,. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955 por el Siervo de Dios, Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano".





SAN JOSÉ 
Patrono de la Iglesia Católica; contra el comunismo; trabajadores; carpinteros; artesanos; personas en trance de muerte; familia; padres de familia; mujeres embarazadas; matrimonios; niños por nacer; tesoreros; emigrantes e inmigrantes; viajeros; ingenieros; justicia social; quienes luchan contra el comunismo. Se lo invoca cuando se quiere comprar o vender una propiedad; en los momentos de duda; para pedir, por su intercesión, una buena y santa muerte.



EL MÁS GRANDE DE LOS SANTOS

La doctrina católica enseña que después de la Santísima Virgen María San José es el mayor de los santos. San Bernardino de Siena afirma que el humilde carpintero de Nazaret sobresale en gracia y en bienaventuranza por encima de los patriarcas, de los profetas, de San Juan el Bautista, de San Pedro, de San Pablo, de todos los Apóstoles, mártires, santos y doctores de la Iglesia.





SAN JOSÉ OBRERO «PATRONO CONTRA EL COMUNISMO»


"De la Revolución Francesa se derivaron infinitos males para la Iglesia. Un siglo después, en 1889, el Papa León XIII publicaba la Quamquam pluries, justo después de que II Internacional proclamara el 1º de mayo como fiesta revolucionaria del trabajo. El marxismo internacional produjo luego la fundación de la III Internacional que consagró la hegemonía del Partido Comunista, que tantos males traería al mundo.



El siglo veinte vio el surgimiento de ideologías ateas y totalitarias como el comunismo y el socialismo, enemigas de la Iglesia y del obrero cristiano.



 Sabiendo muy bien la amenaza de estos males los Papas consideraron oportuno advertir a los fieles y confiarlos al cuidado de San José.




El socialismo, fue condenado por Su Santidad el papa León XIII, en la encíclica Quod Apostolici Muneris, pues sus principios son: 

1. Negación de Dios y de la Iglesia, 

2. Supresión de toda autoridad,

 3. Igualdad absoluta de todos los hombres en la esfera jurídica y en el plano político, 


4. Disolubilidad del vínculo matrimonial y por consiguiente disolución de la familia,

 5. Abolición del derecho a la propiedad, 


6. Acción política demagógica sostenida por una propaganda revolucionaria.



En el Motu Proprio, Bonum sane et salutare, el Papa Benedicto XV, el 25 de julio de 1920, advirtió a los fieles respecto del socialismo y el gobierno mundial, al tiempo que los confiaba al cuidado de San José:

«Por lo tanto, hemos de deplorar mucho más que antes que las costumbres sean más libres y depravadas y que, por la misma razón, se agrave cada día más la que llaman causa social, de modo que debemos temer males de gravedad extrema… Pues, en los deseos y la expectativa de cualquier desvergonzado se presenta como inminente la aparición de cierta República Universal… y en la cual no habría diferencia alguna de nacionalidades ni se acataría la autoridad de los padres sobre los hijos, ni la del poder público sobre los ciudadanos, ni la de Dios sobre los hombres unidos en sociedad… Si esto se llevara a cabo no podría menos de haber una secuela de horrores espantosos; hoy día ya existe esto en una no exigua parte de Europa que los experimenta y siente. Ya vemos que se pretende producir esa misma situación en los demás pueblos; y que, por eso, ya existen aquí y allá grandes turbas revolucionarias porque las excitan el furor y la audacia de unos pocos… Por la misma razón, para retener en su deber a todos los hombres que se ganan el sustento por sus fuerzas y su trabajo donde quiera vivan, y conservarlos inmunes del contagio del socialismo que es el enemigo más acérrimo de la sabiduría cristiana, ante todo les proponemos fervorosamente a San José para que lo elijan como guía particular de su vida y lo veneren como patrono».



Su sucesor el Papa Pío XI, viendo la creciente amenaza en contra de la Iglesia, de la pestilente secta comunista, decidió confiar de manera explícita a San José la causa contra el comunismo:

«Para acelerar la paz de Cristo en el reino de Cristo, por todos tan deseada, ponemos la actividad de la Iglesia católica contra el comunismo ateo bajo la égida del poderoso Patrono de la Iglesia, San José.
San José perteneció a la clase obrera y experimentó personalmente el peso de la pobreza en sí mismo y en la Sagrada Familia, de la que era padre solícito y abnegado; a San José fue confiado el Infante divino cuando Herodes envió a sus sicarios para matarlo. Cumpliendo con toda fidelidad los deberes diarios de su profesión, ha dejado un ejemplo de vida a todos los que tienen que ganarse el pan con el trabajo de sus manos, y, después de merecer el calificativo de justo (2Pe 3,13; cf. Is 65,17; Ap 2,1), ha quedado como ejemplo viviente de la justicia cristiana, que debe regular la vida social de los hombres».



Fue el Papa Pío XII, quien estableció que la fiesta de San José Obrero se celebre anualmente en la Iglesia Universal el 1 de mayo, fecha elegida específicamente para contrarrestar el feriado predominantemente socialista y comunista, conocido como «Día internacional de los trabajadores» o «Primero de Mayo».
En su discurso a los trabajadores italianos el Papa Pío XII, el 1° de mayo de 1955 dijo a los trabajadores: si quieres estar cerca de Cristo, te repito “Ite ad Ioseph”: ¡Ve a José!



«El Cristianismo se funda en el amor, el marxismo parte del odio, de la lucha de clases, cree en el inmisericorde aniquilamiento de los adversarios. El Cristianismo es un llamado a todos los hombres, el marxismo convoca sólo a los proletarios, a los explotados. Uno cree en la Redención, el otro en la revolución».
El comunismo encierra un falso ideal de aparente redención. La lucha de clases es uno de sus fundamentos. La difusión del comunismo se explica por las deslumbradoras promesas que hacen a los incautos y a los ignorantes, apoyándose en las injusticias del régimen económico liberal, así, vemos hoy en tantas partes del mundo la difusión de los errores del comunismo. El marxismo cultural. Y como avizoraría proféticamente Don Plinio Correa de Oliveira, la revolución en su IV etapa: el comunismo tribal, incluso dentro de la Iglesia Católica con la «teología de la liberación» y múltiples herejías.
No cabe duda de que el patrocinio de San José Obrero, es de inusitada urgencia".









LA ÚNICA FUERZA CAPAZ DE ENFRENTAR AL COMUNISMO ES EL CRISTIANISMO

"LOS COMUNISTAS DEBEN SER EXCOMULGADOS"
S.S. Papa Pío XI, 

LA SANTA IGLESIA CATÓLICA CONDENA EL MARXISMO Y EL COMUNISMO 

"Procurad venerables hermanos, que los fieles no se dejen engañar.

ÉL COMUNISMO ES INTRINSICÀMENTE PERVERSO

Y no se puede admitir que colaboren con el en ningún terreno, quienes deseen salvar la civilización cristiana"

S.S. Papa Pío XI, 
Encíclica "Divini Redemptoris",  19/03/1937.

LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN NO ES OTRA COSA QUE EL COMUNISMO.

Actualmente el comunismo en el mundo se disfraza de feminismo e  ideología de género, y dentro de la iglesia se encuentra disfrazado de Teología de la liberación, modernismo y falso ecumenismo= unión de todas las religiones, 

El comunismo desde su surgimiento fue condenado por la Santa Iglesia católica que consideró que la mayoría de sus principios son contrarios e incluso contradictorios con su ideología política.

 Los aspectos del comunismo más preocupantes:

El materialismo,  el ateísmo y la abolición dela propiedad privada.

 A fines de los cincuenta y principios de los sesenta la jerarquía católica mexicana promovió una campaña anticomunista de alcance nacional.

 Fue durante esa campaña que la Iglesia dio muestras de una fuerza y una coherencia pocas veces vistas; 

Todos los miembros de la Iglesia, laicos o no, actuaron como un solo cuerpo. 

Los principios cristianos exigen respeto por la propiedad privada, condenan el robo y la envidia.

LA ÚNICA FUERZA CAPAZ DE ENFRENTAR AL COMUNISMO ES EL CRISTIANISMO y la conveniencia  de que los pueblos cristianos se apoyen mutuamente para defenderse del 
peligro que aquél significa.

Se ha publicado la condenación categórica del comunismo por la Iglesia, en razón de su carácter materialista y anticristiano. 

El texto del decreto del Santo Oficio es el siguiente: 

" La Suprema y Sagrada Congregación del Santo Oficio decreta: 

Se ha preguntado a esta Suprema y Sagrada Congregación del Santo Oficio: 

1) Si es legítimo afiliarse al Partido Comunista o prestarle apoyo:
 
2) Si es legítimo publicar, leer o diseminar libros, diarios, periódicos o  panfletos en apoyo de la doctrina comunista y trabajar o publicar en 
ellos cualesquiera artículos;

 3) Si los católicos que, a sabiendas o libremente, incurren en las acciones especifícalas en los párrafos 1) y 2) pueden recibir los sacramentos;

 4) Si los católicos que profesan y espegen meridianamente de la exposición de la doctrina por los mismos fautores del comunismo.
💦

AQUELLOS QUE DEFIENDEN Y PROPAGAN LA DOCTRINA (IDEOLOGÍA) MATERIALISTA 
Y ANTICRISTIANA DE LOS COMUNISTAS INCURREN, ' ' IPSO FACTO", COMO APÓSTATAS DE LA FE CATÓLICA, EN LA EXCOMUNIÓN RESERVADA ESPECIALMENTE A LA SANTA SEDE. 

Los eminentísimos y reverendísimos padres, encargados de la defensa de los asuntos relativos a la fe y la moral, después de oir previamente el voto de los consultores, y en una sesión plenaria celebrada el martes vigésimo octavo día de junio de 1949, resolvieron que las preguntas antes mencionadas deben ser respondidas como sigue: 

A la 1), negativamente, puesto que el comunismo es materialista y anticristiano. Además, los dirigentes comunistas, aunque afirman a veces verbalmente que no son contrarios a la religión, se muestran, sin embargo, tanto en la doctrina como en la acción, en realidad como enemigos de Dios, de la verdadera religión y de la Iglesia de Cristo.

 A la 2), negativamente, considerando que ello está prohibido por la ley misma (CF. Can. 1399 C. J. C.).

A la 3), negativamente, de acuerdo con los principios comunes que determinan que los sacramentos sean negados a aquellos que no reúnan los requisitos adecuados. 

A la 4), afirmativamente. 

" Y , el jueves siguiente, el trigésimo día del mismo mes y año, su santidad, el Papa Pío XII, al ser informado de la decisión en la audiencia usual concedida a su excelencia el reverendísimo asesor del Santo Oficio, aprobó la decisión de los eminentísimos cardenales que le había sido presentada y ordenó que ella fuera promulgada en el "Acta Apostolicae Sedis".

(Anales de la Sede Apostólica), que es el boletín oficial del Santo Oficio. 
Roma, 1 de julio de 1949. (Firmado): Pietro Vigorita, notario de la Suprema y Sagrada Congregación del Santo Oficio".

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 La Santa Iglesia ordena la excomunión "Ipso facto" como apóstatas de la fé católica a cualquiera que procure,  participe, o apoye un aborto, para aquellos que defienden y propagan la ideología materialista y anticristiana de los comunistas

LATAE SENTENTIAE, es decir, automáticamente
En la excomunion reservada especialmente a la Santa Sede.

Esto es, se obliga al reo a convertirse él mismo en juez propio, y juzgar que ha incurrido en el tipo penal. El derecho canónico prevé que este modo de imponer la sanción penal sea excepcional, para los delitos más graves.

El delincuente así se ha excomulgado de su fe, su doctrina y los sacramentos. Y para reconciliarse con la Iglesia, ha de arrepentirse realmente, confesar y ser absuelto por el obispo quien podría poner como penitencia resarcir en igual proporción ante el mal cometido.









TENIENDO, PUES, QUE COMER, Y CON QUE CUBRIRNOS, CONTENTEMOS CON ESTO. 
(1 Timoteo 6,8 )




San José fue esposo legal de María y padre nutricio de Jesús. Bastan estas dos palabras para su elogio.

La gran humildad de que dio pruebas ejerciendo el oficio de carpintero, la solicitud con que rodeó la infancia del Salvador, su respeto para con la Madre de Dios, lo hicieron digno de morir en los brazos de Jesús y de María.

¡Oh dulce muerte! ¿Quieres tú morir como él? Imita sus virtudes e invoca su protección.




San José mereció, por su pureza, el honor de ser elegido por Dios para ser el esposo de su Madre. ¡Qué gloria para ti, oh gran santo, mandar a una esposa omnipotente en el cielo y en la tierra! Imita la pureza, la humildad y la modestia de José, y María se mostrará contigo llena de ternura.






Santoral del padre Juan Esteban Grosez, S.J.







REVELACIÓN DE LA SANTISÍMA VIRGEN MARÍA A SOR MARÍA DE JESÚS DE AGREDA 
SOBRE SAN JOSÉ




"Hija mía, aunque has escrito que mi esposo San José es excelentísimo entre los santos y príncipes de la celestial Jerusalén, pero ni tú puedes ahora manifestar su eminente santidad, ni los mortales pueden conocerla antes de llegar a la vida de la Divinidad, donde con admiración y alabanza del mismo Señor se harán capaces de este privilegio; el día último, cuando todos los hombres sean juzgados, llorarán amargamente los infelices condenados no haber conocido por sus pecados este medio tan poderoso y eficaz para su salvación (la devoción a San José), ni haberse valido de Él para ganarse la amistad de mi Divino Hijo, el justo juez.


Y todos los del mundo han ignorado mucho los privilegios y prerrogativas que el Altísimo Señor concedió a mi Santo Esposo José y cuánto puede su intercesión con su Majestad y conmigo, porque te aseguro, muy querida hija, que en presencia de la Divina Justicia es uno de los grandes intercesores para detenerla contra los pecadores y alcanzar grandes mercedes.



Y por la noticia y la luz que de esto has recibido y recién escrito, quiero que seas muy agradecida a la dignación del Señor y al favor que en esto hago contigo; y de aquí en adelante en lo que queda de tu vida procures adelantarte en la devoción y cordial afecto a mi Santo Esposo José y bendecir al Señor, porque le favoreció con tantos dones y por el gozo que yo tuve de conocerlo. En todas tus necesidades te has de valer de su intercesión y solicitarle muchos devotos, y que las religiosas se fijen mucho en esto, pues lo que pide mi Esposo José en el Cielo concede el Altísimo en la tierra y a sus peticiones y palabras tiene vinculados grandes y extraordinarios favores para los hombres, si ellos no se hacen indignos de recibirlos.



Y todos estos privilegios corresponden a la perfección de este admirable Santo y a sus virtudes tan grandiosas, porque la Divina Misericordia se inclinó a ellas y le miró con mucho agrado, para conceder admirables misericordias para José y para los que acuden a su intercesión".



"Mística Ciudad de Dios"  de la Venerable María de Jesús de Agreda con aprobación por decreto de los Papas Inocencio XI y Clemente XI".






LA SAGRADA FAMILIA.

Dado a María Valtorta


Veo aparecer, dulce como un rayo de sol en día lluvioso, a mi Jesús, pequeñuelo de unos cinco años aproximadamente, todo rubio y todo lindo con un sencillo vestidito azul celeste que le llega hasta la mitad de sus bien contorneados muslos.

Está jugando con la tierra en el pequeño huerto. Está haciendo montoncillos de tierra, y plantando encima ramitas, como si fueran bosques en miniatura; con piedrecitas marca los senderos. Luego intenta hacer un pequeño lago en la base de sus minúsculas colinas. Para ello coge un fondo de alguna pieza vieja de loza y lo entierra, hasta el borde; luego lo llena de agua con una botija que zambulle en un pilón usado como lavadero o para regar el huerto. Pero lo único que consigue es mojarse el vestido, sobre todo las mangas.
El agua se sale del plato desportillado, y, tal vez, rajado, y… el lago se seca.

José ha salido a la puerta y, silencioso, se queda un tiempo mirando todo ese trabajo que está haciendo el Niño, y sonríe. En efecto, es un espectáculo que hace sonreír de alegría. Luego, para impedir que
Jesús se moje más, le llama. Jesús se vuelve sonriendo, y, viendo a José, corre hacia él con sus bracitos tendidos hacia adelante.

José, con el borde de su indumento corto de trabajo, le seca las manitas llenas de tierra y se las besa. Y comienza un dulce diálogo entre los dos.

Jesús explica su trabajo y su juego, así como las dificultades que había encontrado para llevarlo a cabo. Quería hacer un lago como el de Genesaret (por ello supongo que le habían hablado de él o que lo habían llevado a verlo). Quería hacerlo en pequeño, como entretenimiento. Aquí estaba Tiberíades, allí Magdala, allí Cafarnaúm. Esta era la vía que llevaba, pasando por Caná, a Nazaret. Quería botar al lago unas barquitas — estas hojas son barcas — e ir a la otra orilla. Pero, el agua se sale…

José observa y se interesa tomándolo todo con seriedad. Luego propone hacer él “mañana” un pequeño lago, no con el plato desportillado, sino con un pequeño recipiente de madera, bien estucado y empecinado, en el que Jesús podrá botar verdaderas barquitas de madera que José le va a enseñar a hacer. Precisamente en este momento le iba a traer unas pequeñas herramientas de trabajo, adecuadas para Él; para que pudiera aprender, sin mayor esfuerzo, a usarlas.

-¡Así te podré ayudar! – dice Jesús con una sonrisa.

– Así me podrás ayudar, y te harás un hábil carpintero. Ven a verlas.




Y entran en el taller. Y José le muestra un pequeño martillo, una sierra pequeña, unos minúsculos destornilladores, una garlopa como de juguete; todo ello puesto encima de un banco de carpintero recién hecho: un banco adecuado a la estatura del pequeño Jesús.

-¿Ves cómo se sierra? Se apoya este pedazo de madera así. Se coge la sierra así, y, con cuidado de no ir a los dedos, se sierra. Prueba tú…

Y empieza la lección. Y Jesús, rojo del esfuerzo y apretando los labios, sierra con cuidado, y luego alisa la tablita con la garlopa, y, a pesar de que esté no poco torcida, le parece bonita, y José le alaba y le enseña a trabajar, con paciencia y amor.

María regresa — estaba fuera de casa —, se asoma a la puerta y mira. Ninguno de los dos la ve porque están vueltos de espaldas. La Madre sonríe al ver el interés con que Jesús usa la garlopa, y el afecto con que José le enseña.


Pero Jesús debe sentir esa sonrisa. Se vuelve. Ve a su Mamá y corre hacia Ella con su tablita medio cepillada y se la enseña. María observa con admiración y se inclina hacia Jesús para darle un beso. Le pone en orden los ricitos despeinados, le seca el sudor de su cara acalorada, y, afectuosa, le escucha cuando Jesús le promete que le va a hacer una banquetita para que trabaje más cómoda.

José, erguido junto al minúsculo banco, apoyada su mano en uno de los lados, mira y sonríe.

He presenciado la primera lección de trabajo a mi Jesús. Y toda la paz de esta Familia santa está en mí.




Dice Jesús:

– Te he confortado, alma mía, con una visión de mi niñez, feliz dentro de su pobreza por haber estado rodeada del afecto de dos santos mayores cuales el mundo no tiene ninguno.

Se dice que José fue el padre nutricio mío. ¡Cierto es que, si bien no pudo, como hombre, darme la leche con que me nutrió María, sí se quebrantó a sí mismo trabajando para darme pan y confortación, y tuvo una dulzura de sentimientos de verdadera madre! De él aprendí — y jamás alumno alguno tuvo un maestro mejor — todo aquello que hace del niño un hombre; un hombre, además, que ha de ganarse el pan.


Si bien mi inteligencia de Hijo de Dios era perfecta, hay que reflexionar y creer que Yo no quise saltarme sin más la regla de la edad. Por eso, humillando mi perfección intelectiva de Dios hasta el nivel de una perfección intelectiva humana, me sujeté a tener como maestro a un hombre, a tener necesidad de un maestro. Y el hecho de haber aprendido con rapidez y buena voluntad no me quita el mérito de haberme sujetado a un hombre, como tampoco le quita a este hombre justo el de haber sido él quien nutrió mi pequeña mente con las nociones necesarias para la vida.

Esas gratas horas pasadas al lado de José (quien, como a través de un juego, me puso en condiciones de ser capaz de trabajar), esas horas, no las olvido ni siquiera ahora que estoy en el Cielo. Y cuando miro a mi padre putativo, veo nuevamente el huertecito y el humoso taller, y me parece ver a mi Madre asomándose con esa sonrisa suya que hacía de oro el lugar y dichosos a nosotros.

“Quiero hablaros un poco de la familia perfecta.

¡Cuánto deberían las familias aprender de estos esposos perfectos, que se amaron como ningunos otros lo hicieran!

José era la cabeza. Clara e indiscutible era su autoridad familiar; ante ella se plegaba reverente la de la Esposa y Madre de Dios; a ella se sujetaba el Hijo de Dios. Todo lo que José decidía, bien hecho estaba; sin discusiones, sin obstinaciones, sin resistencia alguna. Su palabra era nuestra pequeña ley. ¡Y, a pesar de ello, cuánta humildad tuvo! Jamás abusó de su poder, jamás dictaminó cosa alguna contra todo canon, simplemente por ser el jefe.

La Esposa era su dulce consejera, y aunque Ella, en su profunda humildad, se considerase la sierva de su consorte, éste extraía, de su sabiduría de Llena de Gracia, la luz para conducirse en todo lo que acaecía.

Y Yo así fui creciendo, cual flor protegida por dos vigorosos árboles, entre estos dos amores que se entrelazaban por encima de mí para protegerme y amarme.




No. Mientras la edad me hizo ignorar el mundo, Yo no sentí nostalgia del Paraíso. Presentes estaban Dios Padre y el Divino Espíritu, pues María estaba llena de Ellos. Y los ángeles allí moraban, porque nada les hacía alejarse de esa casa. Y hasta podría decir que uno de ellos se había revestido de carne y era José, alma angélica liberada del peso de la carne, dedicada sólo a servir a Dios y a su causa y a amarlo como le aman los serafines.

¡Oh, la mirada de José!: pacífica y pura como la de una estrella
ajena a toda concupiscencia terrena. Era nuestro descanso y nuestra fuerza.






Hay muchos que piensan que Yo no sufrí humanamente cuando la muerte apagó esa mirada de santo, esa mirada celadora presente en nuestra casa. Si bien, siendo Dios — y, como tal, conociendo la feliz ventura de José — no me apenó su partida (que tras breve estancia en el Limbo le había de abrir el Cielo), como Hombre sí lloré en esa casa privada de su amorosa presencia.

 Lloré por el amigo desaparecido. ¿Y es que, acaso, no debía haber llorado por este santo mío, en cuyo pecho, de pequeño, yo había dormido, y del cual había recibido amor durante tantos años?


Finalmente, pongo ante la consideración de los padres cómo sin contar con una erudición pedagógica José supo hacer de mí un hábil artesano. Apenas llegado Yo a la edad que me permitía manejar las herramientas, no dejándome saborear la ociosidad, me encaminó al trabajo, y se sirvió sobre todo de mi amor por María para estimularme a trabajar: hacer aquellos objetos que le fueran útiles a Mamá. Y así se inculcaba el debido respeto que todo hijo debería tener hacia su madre, y sobre este respetuoso y amoroso fulcro apoyaba la formación del futuro carpintero.

En aquella casa había serenidad, sonrisa y concordia, y de común acuerdo se trataba de hacerla más bella. Había un solo pensamiento. No había nerviosismos, altercados, caras largas, ni reproches mutuos, y mucho menos se reprochó a Dios por no colmarlos de bienes materiales.



José no echa en cara a María que sea la causa de su molestia, ni María a él de no proporcionarle mejores comodidades.

Se amaban santamente, y esta es la razón.
 El verdadero amor no es egoísta, y busca siempre el bien del cónyuge.
El verdadero amor es casto, como el de aquellos esposos vírgenes.

La castidad unida a a la caridad, trae consigo un cortejo de virtudes, y hace a dos perfectos santos.

En aquella casa se oraba; muy poco se ora en los hogares de ahora. En aquella casa había moderación en el comer, porque no se come para dar placer a la garganta, sino para vivir; en los hogares de ahora se vive en la opulencia, y ni siquiera un pensamiento para los que no tienen que llevarse a la boca.

En aquella casa se amaba el trabajo, porque con el trabajo el hombre obedece la orden del Señor:

“Comerás con el sudor de tu frente” (Ge. 3,19). Y tambien con el trabajo el hombre se ve libre del vicio (2 Tes. 3,10).

En aquella casa reinaba la humildad. ¡Cuántas lecciones de humildad para vosotros! ¡Soberbios!. María tenía miles de razones para ponerse soberbia y hacerse venerar de su esposo. Muchas mujeres lo hacen, tan sólo por ser más cultas, o más ricas que el marido.

María es esposa y Madre de Dios, y sin embargo Ella “sirve”, José es el jefe de la casa. Dios lo vió digno de ser cabeza de Familia.



En aquella casa se observaba el orden: sobrenatural y moral.

Meditad en todo esto, vosotros que ahora sufrís mucho por haber faltado en muchas cosas contra Dios. Imitad a los santos Esposos que fueron para Mí: Madre y padre. Donde nací oliendo a rosas en su fragancia de pureza. De mi padre adoptivo aprendí, apenas llegué a la edad de poder usar los instrumentos, sin dejar que me entregara al ocio. Él me encaminó hacia el trabajo, haciéndome hacer objetos para Mamá. De este modo me inculcaba el debido respeto que cada hijo debe tener a su mamá.

¿Dónde están hoy las familias en que se haga que los hijos amen el trabajo como un medio de agradar a sus padres?.

 Ahora los hijos son los déspotas del hogar. Crecen duros, indiferentes, malcriados para sus padres. Los tienen por sus criados, por sus esclavos. No los aman, ni tampoco ellos son amados. Porque mientras hacéis de vuestros hijos unos abusivos e iracundos, os separáis de ellos.

Los hijos son de todos, menos de vosotros. ¡Oh padres del siglo XX!. Son de la profesora, de la nodriza, del colegio, de los compañeros, de la calle.

Vosotras, las mamás, los engendráis y basta.
Vosotros, padres, hacéis lo mismo.

Un hijo no es sólo carne: es inteligencia, corazón, alma.

Tened en cuenta que nadie mejor que un padre o una madre, tienen el derecho de formar esa inteligencia, ese corazón y esa alma.

La familia existe y debe existir.

No hay teoría o progreso que pueda destruir esta verdad sin arrastrar a la ruina.

De un hogar desquebrajado, no puede salir sino futuros hombres y mujeres cada vez más perversos y causa de mayores ruinas.

Y en verdad os digo, que sería mejor que no hubiera más matrimonios y prole sobre la tierra, que el que haya familias menos unidas de lo que no son ni siquiera las tribus de los monos.

Familias donde no existe la escuela de la virtud, del trabajo, del amor, de la religión, sino que son un caos en que cada uno vive para sí, y terminan por hacerse pedazos. Y así estáis viviendo y soportando los frutos de este vuestro mal con que habéis despedazado vuestra vida social.

Seguid así, si os place, pero no os lamentéis si esta tierra se convierte cada vez más en en un infierno, en una cueva de monstruos que devoran Familias y naciones.

Lo quisisteis así, y así lo tenéis, y se haga vuestro deseo…”







ORACIÓN

Haced, Señor, que los méritos del bienaventurado José, esposo de vuestra Santísima Madre, nos ayuden, a fin de que obtengamos por su intercesión lo que nuestra flaqueza no puede merecer. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis por todos los siglos de los siglos. Amén.



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