6 DE ENERO, LOS
SANTOS REYES MAGOS - LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
“Epifanía, La manifestación del Señor. Epifanía significa
"manifestación". Jesús se da a conocer. Aunque Jesús se dio a conocer
en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías
tres eventos:
· Su Epifanía ante los Magos de Oriente: Manifestación a los
paganos.
· Su Epifanía del Bautismo del Señor: Manifestación a los judíos
por medio de San Juan Bautista.
· Su Epifanía de las Bodas de Caná: Manifestación a Sus
discípulos y comienzo de Su vida pública por intercesión de su Madre María.
Los orientales llamaban magos a los doctores o sabios; en lengua
persa, mago significa "sacerdote". Refiriéndose a una casta
de sacerdotes persas o babilonios, que estudiaban las estrellas en su deseo de
buscar a Dios.
Mateo
2,11
"Jesús
había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que
venían de Oriente llegaron a Jerusalén .preguntando: «¿Dónde está el rey de los
judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a
adorarlo.
Entraron
en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron;
abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra »"
“Oro: Rey / Incienso:
Dios / Mirra: ungüento para las
heridas.”
LA ADORACIÓN DE LOS REYES
MAGOS
REVELADA A LA
BEATA ANA CATALINA EMMERICK
Mística
alemana, Monja Agustina, estigmatizada (que tenía las llagas físicas de
cristo).
En sus escritos se basaron para hacer la
película: La pasión de Cristo.
Al
tiempo del Nacimiento de Jesucristo, vi una maravillosa aparición que se
presentó a los Reyes Magos en su país. Estos Magos eran observadores de los
astros y tenían sobre una montaña una torre en forma de pirámide, donde siempre
se encontraba uno de ellos con los sacerdotes observando el curso de los astros
y las estrellas. Escribían sus observaciones y se las comunicaban unos a otros.
Esta noche creo haber visto a dos de los Reyes Magos sobre la torre piramidal.
El tercero, que habitaba al Este del Mar Caspio, no estaba allí. Observaban una
determinada constelación en la cual veían de cuando en cuando variantes, con
diversas apariciones. Esta noche vi la imagen que se les presentaba. No la
vieron en una estrella, sino en una figura compuesta de varias de ellas, entre
las cuales parecía efectuarse un movimiento.
Vieron
un hermoso arco iris sobre la media luna y sobre el arco iris sentada a la
Virgen. Tenía la rodilla izquierda ligeramente levantada y la pierna derecha
más alargada, descansando el pie sobre la media luna.
A la
izquierda de la Virgen, encima del arco iris, apareció una cepa de vid y a la
derecha, un haz de espigas de trigo. Delante de la Virgen vi elevarse como un
cáliz semejante al de la Última Cena. Del cáliz vi salir al Niño y por encima
de Él, un disco luminoso parecido a una custodia vacía, de la que partían rayos
semejantes a espigas. Por eso pensé en el Santísimo Sacramento. Del costado
derecho del Niño salió una rama, en cuya extremidad apareció, a semejanza de
una flor, una iglesia octogonal con una gran puerta dorada y dos pequeñas
laterales.
La
Virgen hizo entrar al cáliz, al Niño y a la Hostia en la Iglesia, cuyo interior
pude ver, y que en aquel momento me pareció muy grande. En el fondo había una
manifestación de la Santísima Trinidad. La iglesia se transformó luego en una
ciudad brillante, que me pareció la Jerusalén celestial.
En este cuadro vi muchas cosas que se sucedían y
parecían nacer unas de otras, mientras yo miraba el interior de la iglesia. Ya
no puedo recordar en qué forma se fueron sucediendo. Tampoco recuerdo de qué
manera supieron los Reyes Magos que Jesús había nacido en Judea. El tercero de
los Reyes, que vivía muy distante, vio la aparición al mismo tiempo que los
otros. Los días que precedieron al Nacimiento de Jesús, los veía sobre su observatorio
donde tuvieron varias visiones. Los Reyes sintieron una alegría muy grande,
juntaron sus dones y regalos y se dispusieron para el viaje. Se encontraron al
cabo de varios días de camino.
Vi el nacimiento de Jesucristo anunciado a los
Reyes Magos. He visto a Mensor y a Sair: estaban en el país del primero y
observaban los astros, después de haber hecho los preparativos del viaje.
Observaban la estrella de Jacob desde lo alto de una torre piramidal. Esta
estrella tenía una cola que se dilató ante sus ojos, y vieron a una Virgen
brillante, delante de la cual, en medio del aire, se veía un Niño luminoso.
Al lado derecho del Niño brotó una rama, en
cuya extremidad apareció, como una flor, una pequeña torre con varias entradas
que acabó por transformarse en ciudad. Inmediatamente después de esta aparición
los dos Reyes se pusieron en marcha. Teokeno, el tercero de los Reyes, que
vivía más hacia el oriente, a dos días de viaje, tuvo igual aparición, a la
misma hora, y partió en seguida aceleradamente para reunirse con sus dos
amigos, a los que encontró en el camino.
La
estrella que los guiaba era como un globo redondo y la luz salía como de una
boca. Parecía que el globo estuviera suspendido de un rayo luminoso dirigido
por una mano. Durante el día yo veía delante de ellos un cuerpo luminoso cuya
claridad sobrepasaba la luz del sol. Me asombra la rapidez con que hicieron el
viaje, considerando la gran distancia que los separaba de Belén. Los animales
tenían un paso tan rápido y uniforme que su marcha parecía tan ordenada, veloz
e igual como el vuelo de una bandada de aves de paso. Las comarcas donde habitaban
los tres Reyes Magos formaban en conjunto un triángulo.
La
estrella que los guiaba no era un cometa, sino un meteoro brillante, conducido
por un ángel. Estas visiones fueron causa de que partieran con la esperanza de
hallar grandes cosas, quedando después muy sorprendidos al no encontrar nada de
lo que pensaban. Se admiraron de la recepción de Herodes y de que todo el mundo
ignorase el acontecimiento.
Al
llegar a Belén y al ver una pobre gruta en lugar del palacio que habían
contemplado en la estrella, estuvieron tentados por muchas dudas; no obstante,
conservaron su fe, y ya ante el Niño Jesús, reconocieron que lo que habían
visto en la estrella se estaba realizando.
Los
tres Reyes se dirigieron a la colina, hasta la puerta de la gruta. Mensor la
abrió, y vio su interior lleno de luz celestial, y a la Virgen, en el fondo,
sentada, teniendo al Niño tal como él y sus compañeros la habían contemplado en
sus visiones. Volvió para contar a sus compañeros lo que había visto. En esto
José salió de la gruta acompañado de un pastor anciano y fue a su encuentro.
Los tres Reyes le dijeron con simplicidad que habían venido para adorar al Rey
de los Judíos recién Nacido, cuya estrella habían observado, y querían
ofrecerle sus presentes. José los recibió con mucho afecto. El pastor anciano
los acompañó hasta donde estaban los demás y les ayudó en los preparativos,
juntamente con otros pastores allí presentes.
Los
Reyes se dispusieron para una ceremonia solemne. Les vi revestirse de mantos
muy amplios y blancos, con una cola que tocaba el suelo. Brillaban con
reflejos, como si fueran de seda natural; eran muy hermosos y flotaban en torno
de sus personas. Eran las vestiduras para las ceremonias religiosas. En la
cintura llevaban bolsas y cajas de oro colgadas de cadenillas, y cubríanlo todo
con sus grandes mantos.
Cada uno de los Reyes iba seguido por cuatro personas
de su familia, además, de algunos criados de Mensor que llevaban una pequeña
mesa, una carpeta con flecos y otros objetos.
Los
Reyes siguieron a José, y al llegar bajo el alero, delante de la gruta,
cubrieron la mesa con la carpeta y cada uno de ellos ponía sobre ella las
cajitas de oro y los recipientes que desprendían de su cintura. Así ofrecieron
los presentes comunes a los tres. Mensor y los demás se quitaron las sandalias
y José abrió la puerta de la gruta. Dos jóvenes del séquito de Mensor, que le
precedían, tendieron una alfombra sobre el piso de la gruta, retirándose
después hacia atrás, siguiéndoles otros dos con la mesita donde estaban
colocados los presentes.
Cuando estuvo delante de la Santísima Virgen, el rey
Mensor depositó estos presentes a sus pies, con todo respeto, poniendo una
rodilla en tierra. Detrás de Mensor estaban los cuatro de su familia, que se
inclinaban con toda humildad y respeto.
Mientras
tanto Sair y Teokeno aguardaban atrás, cerca de la entrada de la gruta. Se
adelantaron a su vez llenos de alegría y de emoción, envueltos en la gran luz
que llenaba la gruta, a pesar de no haber allí otra luz que el que es Luz del
mundo. María se hallaba como recostada sobre la alfombra, apoyada sobre un
brazo, a la izquierda del Niño Jesús, el cual estaba acostado dentro de la
gamella, cubierta con un lienzo y colocada sobre una tarima en el sitio donde
había nacido.
Cuando
entraron los Reyes la Virgen se puso el velo, tomó al Niño en sus brazos,
cubriéndolo con un velo amplio. El rey Mensor se arrodilló y ofreciendo los
dones pronunció tiernas palabras, cruzó las manos sobre el pecho, y con la
cabeza descubierta e inclinada, rindió homenaje al Niño. Entre tanto María
había descubierto un poco la parte superior del Niño, quien miraba con
semblante amable desde el centro del velo que lo envolvía. María sostenía su
cabecita con un brazo y lo rodeaba con el otro. El Niño tenía sus manecitas
juntas sobre el pecho y las tendía graciosamente a su alrededor.
¡Oh, qué
felices se sentían aquellos hombres venidos del Oriente para adorar al Niño
Rey!
Viendo
esto decía entre mí: "Sus corazones son puros y sin mancha; están llenos
de ternura y de inocencia como los corazones de los niños inocentes y piadosos.
No se ve en ellos nada de violento, a pesar de estar llenos del fuego del
amor". Yo pensaba: "Estoy muerta; no soy más que un espíritu: de otro
modo no podría ver estas cosas que ya no existen, y que, sin embargo, existen
en este momento. Pero esto no existe en el tiempo, porque en Dios no hay
tiempo: en Dios todo es presente. Yo debo estar muerta; no debo ser más que un
espíritu". Mientras pensaba estas cosas, oí una voz que me dijo:
"¿Qué puede importarte todo esto que piensas?... Contempla y alaba a Dios,
que es Eterno, y en Quien todo es eterno".
Vi que
el rey Mensor sacaba de una bolsa, colgada de la cintura, un puñado de barritas
compactas del tamaño de un dedo, pesadas, afiladas en la extremidad, que
brillaban como oro. Era su obsequio. Lo colocó humildemente sobre las rodillas
de María, al lado del Niño Jesús. María tomó el regalo con un agradecimiento
lleno de sencillez y de gracia, y lo cubrió con el extremo de su manto. Mensor
ofrecía las pequeñas barras de oro virgen, porque era sincero y caritativo,
buscando la verdad con ardor constante e inquebrantable.
Después
se retiró, retrocediendo, con sus cuatro acompañantes; mientras Sair, el rey
cetrino, se adelantaba con los suyos y se arrodillaba con profunda humildad,
ofreciendo su presente con expresiones muy conmovedoras. Era un recipiente de
incienso, lleno de pequeños granos resinosos, de color verde, que puso sobre la
mesa, delante del Niño Jesús. Sair ofreció incienso porque era un hombre que se
conformaba respetuosamente con la Voluntad de Dios, de todo corazón y seguía
esta voluntad con amor. Se quedó largo rato arrodillado, con gran fervor.
Se
retiró y se adelantó Teokeno, el mayor de los tres, ya de mucha edad. Sus
miembros algo endurecidos no le permitían arrodillarse: permaneció de pie,
profundamente inclinado, y puso sobre la mesa un vaso de oro que tenía una
hermosa planta verde. Era un arbusto precioso, de tallo recto, con pequeñas
ramitas crespas coronadas de hermosas flores blancas: la planta de la mirra.
Ofreció la mirra por ser el símbolo de la mortificación y de la victoria sobre
las pasiones, pues este excelente hombre había sostenido lucha constante contra
la idolatría, la poligamia y las costumbres estragadas de sus compatriotas.
Lleno de emoción estuvo largo tiempo con sus cuatro acompañantes ante el Niño
Jesús.
Yo
tenía lástima por los demás que estaban fuera de la gruta esperando turno para
ver al Niño. Las frases que decían los Reyes y sus acompañantes estaban llenas
de simplicidad y fervor. En el momento de hincarse y ofrecer sus dones decían
más o menos lo siguiente: "Hemos visto su estrella; sabemos que Él es el
Rey de los Reyes; venimos a adorarle, a ofrecerle nuestros homenajes y nuestros
regalos".
Estaban como fuera de sí, y en sus simples e inocentes plegarias
encomendaban al Niño Jesús sus propias personas, sus familias, el país, los
bienes y todo lo que tenía para ellos algún valor sobre la tierra. Le ofrecían
sus corazones, sus almas, sus pensamientos y todas sus acciones. Pedían
inteligencia clara, virtud, felicidad, paz y amor. Se mostraban llenos de amor
y derramaban lágrimas de alegría, que caían sobre sus mejillas y sus barbas.
Se
sentían plenamente felices. Habían llegado hasta aquella estrella, hacia la
cual desde miles de años sus antepasados habían dirigido sus miradas y sus
ansias, con un deseo tan constante. Había en ellos toda la alegría de la
Promesa realizada después de tan largos siglos de espera.
María
aceptó los presentes con actitud de humilde acción de gracias. Al principio no
decía nada: sólo expresaba su reconocimiento con un simple movimiento de
cabeza, bajo el velo. El cuerpecito del Niño brillaba bajo los pliegues del
manto de María. Después la Virgen dijo palabras humildes y llenas de gracia a
cada uno de los Reyes, y echó su velo un tanto hacia atrás.
Aquí
recibí una lección muy útil. Yo pensaba: "¡Con qué dulce y amable gratitud
recibe María cada regalo! Ella, que no tiene necesidad de nada, que tiene a
Jesús, recibe los dones con humildad. Yo también recibiré con gratitud todos
los regalos que me hagan en lo futuro". ¡Cuánta bondad hay en María y en
José! No guardaban casi nada para ellos, todo lo distribuían entre los pobres.
EL
RELICARIO MÁS GRANDE DE LA CRISTIANDAD ES EL QUE CONTIENE LAS RELIQUIAS DE LOS
SANTOS REYES MAGOS
En 1164 el Emperador
del Sacro Imperio Romano Germánico Federico I “Barbarroja” Llevo desde Milán
hasta Colonia los restos de los Santos Reyes Magos. Éste se los entregó al
arzobispo de la ciudad, Reinaldo de Dassel. Desde ese momento se ha constituido
gran centro de peregrinaje internacional.
Así, en 1248 inició
la construcción de una catedral que estaría a la altura de tal tesoro, Hoy,
dicha catedral, La Catedral de Colonia, Alemania, es uno de los monumentos
góticos más impresionantes de Europa cuya construcción duró más de 600 años
Celebran su fiesta
todos los 6 de enero, conmemorando la Epifanía de Jesús. Y también los 23 de
julio conmemorando que ese día de 1164 llegaron allí los restos.
Fue largo el camino
que recorrieron las reliquias antes de llegar a su actual hogar. Todo inició en
el año 300 de nuestra era cuando la emperatriz Santa Elena —madre del emperador romano Constantino
descubrió por primera vez los restos en su famosa peregrinación a Palestina y
Tierra Santa.
Ella tomó los restos
de la iglesia de Santa Sofía en Constantinopla, que más tarde se trasladaron a
Milán. Antes de ser enviados a su lugar de descanso actual.
La Estrella de Belén
identificada por la astronomía
-Fuente:
Zenit
El
evangelista Mateo (2, 2) relaciona el nacimiento de Jesús en Belén con la
aparición de una estrella particularmente luminosa en el cielo de Palestina.
Johannes
Kepler, 1603, astrónomo y matemático de la corte al observar desde el castillo
de Praga el acercamiento de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, se
preguntó por primera vez si el Evangelio no se refería precisamente a ese mismo
fenómeno. Hizo cálculos hasta descubrir que una conjunción de este tipo tuvo
lugar en el año 7 a.C.
Encuentro de una tablilla
En 1925
el erudito alemán P. Schnabel descifró anotaciones neobabilonias acuñadas en una tabla de arcilla encontrada
entre las ruinas de un antiguo templo del sol, cien kilómetros al norte de
Babilonia. La tablilla revela la existencia de una conjunción de Júpiter y
Saturno en la constelación de Piscis en el año 7 a.C., en tres ocasiones,
durante pocos meses: del 29 de mayo al 8 de junio; del 26 de septiembre al 6 de
octubre; del 5 al 15 de diciembre. Según los cálculos matemáticos, esta triple
conjunción se vio con gran claridad en la región del Mediterráneo.
La
triple conjunción de los dos planetas explica también la aparición y la
desaparición de la estrella, dato confirmado por el Evangelio. La tercera conjunción de Júpiter y Saturno,
unidos como si se tratara de un gran astro, tuvo lugar del 5 al 15 de
diciembre. En el crepúsculo, la intensa luz podía verse al mirar hacia el Sur,
de modo que los Magos de Oriente, al caminar de Jerusalén a Belén, la tenían en
frente. La estrella parecía moverse, como explica el Evangelio, «delante de
ellos» (Mt 2, 9).
Por que
los Magos deciden viajar en busca del Mesías
El
viaje en busca del Mesías recién nacido es de cientos de Km. hasta Jerusalén.
Representa grandes peligros de ser atacados por ladrones ya que llevaban
tesoros.
Según
explica el catedrático de fenomenología de la religión de la Pontificia
Universidad Gregoriana, Giovanni Magnani: «en la antigua astrología,
Júpiter era considerado como la estrella del
Príncipe del mundo
La
constelación de Piscis como el signo del final de los tiempos.
El
planea Saturno era considerado en Oriente como la estrella de Palestina.
Cuando
Júpiter se encuentra con Saturno en la constelación de Piscis, significa que el
Señor del final de los tiempos se aparecerá este año en Palestina.
Dios se
manifiesta al hombre según este pueda entender. Los Magos ("magoi" en
griego) eran una casta de sacerdotes persas o babilonios. No conocían la
revelación divina como los judíos. Pero en su deseo de buscar a Dios estudiaban
las estrellas. Ellos levantaron sus ojos al cielo buscando en las luz de las
estrellas una guía. Dios es el Señor de
los astros y los guió desde ahí hacia la verdadera luz que es Cristo.
Entonces,
¿Es valida la astrología?
Hay que
distinguir entre astrología y astronomía. La astronomía es una ciencia que
estudia el universo, la estructura y composición de los astros (estrellas) mientras
que la astrología suele mezclar conocimientos de las estrellas con mitología,
supersticiones, o adivinación del futuro.
“Es
verdad, y nadie podrá negarlo, que los astros ejercen algún tipo de influencia
sobre las realidades del mundo, incluido el hombre: ¿quién no nota los efectos
que producen los cambios de estaciones y condiciones meteorológicas, no sólo
sobre las realidades materiales (como las mareas) sino sobre el humor, los
estados anímicos y la misma salud humana?
Por
eso, Santo Tomás admite cierto influjo de los astros sobre la parte corpórea
del hombre (en cuanto todo el universo se influye mutuamente), y, consecuente e
indirectamente, sobre sus sentidos corporales (imaginación, memoria,
instintos). Pero de ningún modo pueden servir para predecir los actos futuros
libres de los hombres.
A lo sumo,
como indica agudamente el mismo Santo Tomás, podría conjeturarse aquello que
con mayor probabilidad harán algunos hombres basándonos en la experiencia que
nos dice que la mayoría de los mortales se deja llevar de sus estados anímicos
y de sus disposiciones corporales; en tal sentido, si conociéramos la
influencia que algún astro o estación climática ejercerá sobre los cuerpos en
tal fecha, podríamos también conjeturar cómo obrarían aquellos que se dejen
llevar por tales estados.
Afirmar
otro tipo de influencia y, peor aún, pretender determinar los hechos futuros a
partir de los astros, plantea necesariamente la negación de la libertad humana,
de la Providencia divina, y afirma, por el contrario, el fatalismo y el
predestinacionismo absoluto.
Por ello, la astrología constituye herejía e
idolatría.
Algunos,
por último, practican la astrología como parte del culto a los demonios, y es
por la intervención de éstos últimos que algunos "astrólogos" son
capaces a veces de "precedir" algunos hechos futuros, por cuanto los
demonios a quienes recurren, siendo ángeles caídos, conocen mejor que los
hombres la relación entre las causas y los efectos naturales, así como tienen
una gran experiencia del obrar humano, con sus debilidades y miserias. Pero
todas sus "predicciones" sobre los actos futuros libres de los
hombres no son más que conjeturas.
La
Iglesia ha hablado sobre este tema desde lo antiguo condenando la creencia en
la astrología; en el Concilio de Toledo del año 400, o el Concilio de Braga del
561, por citar algunos ejemplos. El juicio del Magisterio de la Iglesia puede
resumirse en lo que dice el Catecismo de la Iglesia: "Todas las formas de adivinación deben
rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y
otras prácticas que equivocadamente se supone 'desvelan' el porvenir. La
consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de
presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a 'mediums' encierran
una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres,
a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en
contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que
debemos solamente a Dios".
¿Da
igual toda religión?
NO.
Dios se ha dado a conocer a través de los siglos llegando a la plenitud en la
revelación de su Hijo Jesucristo. Los
magos no se quedaron satisfechos donde estaban. Fueron a buscar al Mesías.
Cuando llegaron a Jesús le adoraron.
Dios
rechaza a nadie. Pero si nos llama a todos a buscar la verdad y a la conversión.
Mas
tarde Jesús confirmará que los paganos pueden encontrar la verdad si la buscan:
Ej.:
Jesús y el centurión: Pagano. Mateo 8:8-10
“Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo;
basta que lo digas de palabra y mi criado
quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a
mis ordenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo:
"Haz esto", y lo hace.»
Al oír
esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en
Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.”
El
centurión abrió su corazón y razonó bien.
La gracia iluminó su razón.
Mateo
8,11-12 “Y os digo que vendrán muchos de
oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el
reino de los Cielos, mientras que los
hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y
el rechinar de dientes.»”
Ej:
Samaritana en el Pozo: Jesús le dice
Juan 4:22 “Vosotros adoráis lo
que no conocéis; nosotros adoramos lo
que conocemos, porque la salvación viene
de los judíos.”
Un
corazón cerrado a la verdad no se puede justificar. En el juicio final:
Unos
apelarán a su ignorancia: Mt 25,43
“Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos,
al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Mt 25:44
“Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te
asistimos?"
Otros
apelarán a su conocimiento de Cristo: Mateo 7,22 “Muchos me dirán aquel Día: "Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros?"
Pero
Jesús conoce cada corazón.
Los
magos nos dan gran ejemplo en su búsqueda de la verdad. Estuvieron dispuestos a correr grandes
riesgos. Hombres en camellos, llevando tesoros por el desierto donde hay bandas
de ladrones.
Ellos
buscaban al Mesías y nada ni nadie los detuvo. Fueron humildes, preguntaron a
otros como llegar.
Los
Magos llegan a Jerusalén, Mateo 2,2». «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha
nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle»
preguntan a los habitantes de Jerusalén.
Mateo
2:3 “oyéndolo, el rey Herodes se
sobresaltó y con él toda Jerusalén.
“Los de
Jerusalén sabían donde debía nacer el Mesías. Conocían las Sagradas Escrituras.
Pero eso no es suficiente: Pudieron dar instrucciones para que los Magos
lleguen. Pero ellos mismos no fueron a adorarlo. Son como tantos hoy: Religión a mi manera,
según mi opinión”.