Cuando los primeros evangelizadores civilizadores llegaron a Europa
en los primeros siglos, IV Y VI,
se encontraron con las costumbres paganas de los germanos (Alemania) que tenían
por dios al sol, y llegado el terrible invierno, entre el gélido frío y la
oscuridad de diciembre solían recolectar ramas y hojas verdes, formaban con
ellas un circulo representando el renacer de la naturaleza que tendría lugar
durante el invierno y la posterior primavera, en el círculo colocaban varias
velas para representar el fuego del dios y se las ofrecían en homenaje a su
dios el sol, pidiéndole que regresara con su luz y calor en las fechas más
frías y oscuras del año y poner fin al duro invierno.