Los
animalistas dicen:
Toda especie tiene derecho a vivir hasta que se agote su
tiempo natural. Todos somos iguales, todos somos vida, y debemos amar y
conservar esa vida en todos los casos equitativamente.
Existen motivos principales por los cuales los humanos
debemos proteger a las especies:
Por los efectos que pueden generar la extinción en el
ecosistema
Si se pierde una especie, todas las demás corren peligro
La vida animal supone una red de especies insustituible, totalmente interconectada y con la que interactuamos.
Porque la vida animal ofrece servicios naturales esenciales para el ser humano: recursos medicinales, alimento y patrimonio natural.
Porque la biodiversidad es saludable para los ecosistemas.
El derecho a la vida, el amor y el respeto hacia estos y
hacia la fauna.
Cada especie tiene su papel en el ecosistema,
una amenaza para el ser humano y sus recursos.
Es obvio que resultaría ridículo aprobar una ley para
proteger aves en peligro de extinción que tuviese una formulación como la
siguiente: “Serán multadas aquellas personas que destruyan huevos fecundados de
águilas que tengan más de 10 días de incubación. Cuando sea destruido un huevo
fecundado que tenga menos de 10 días de incubación el acto no adquiere
responsabilidad penal”.
Los amigos de las águilas y los ecologistas dirían que
esa ley es absurda. Y tendrían toda la razón. Para proteger la reproducción de
un ave se requiere aprobar normas que garanticen al máximo la integridad de
todos sus huevos fecundados.
Establecer una línea divisoria entre huevos protegidos
y huevos no protegidos llevaría a permitir que los enemigos de las aves
pudiesen destruir cientos de huevos “prematuros” o de pocos días sin ser
castigados por ello, lo cual implicaría gravísimas consecuencias para la
supervivencia de la especie que se desea proteger.
Pero no nos damos cuenta de que es mucho más grave el
absurdo de aquellas “leyes de plazos” que permiten el aborto de los embriones
humanos cuando son muy pequeños, y luego protegen a los embriones cuando están
más crecidos. ¿Es que es menos importante un hijo que una cría de águila?
Constatamos, en efecto, la existencia de países en los
que los embriones humanos pueden ser abortados si no han cumplido un número de
semanas fijados por la ley. Porque, según se dice, todavía no están
desarrollados, no son “personas” ni merecen protección legal.
Pero esos mismos países aprueban normativas que
prohíben la destrucción de los huevos fecundados de águila, ni siquiera cuando
el desarrollo embrionario de esos huevos apenas está en sus inicios.
Frente al absurdo de situaciones como las que ya se
dan en algunos países que se consideran “progresistas”, “democráticos”, y
promotores de los derechos de la mujer, hay que abrir los ojos y despertar las
conciencias: nadie, por ningún motivo, debería tratar a otro ser humano como un
objeto que pueda ser destruido a placer, y
nunca, por ningún motivo, deberíamos aceptar que un animal cuente con más
protección legal que un hijo.
Garantizar la oportunidad de nacer a todos los hijos,
ayudar a sus madres, promover y aprobar leyes auténticamente justas, es una
urgencia mayor que la que algunos sienten por rescatar los huevos de algunas
aves consideradas muy valiosas.
“la vida humana comienza con la fecundación, esto es
un hecho científico con demostración experimental; no se trata de un argumento
metafísico o de una hipótesis teológica. En el momento de la fecundación, la
unión del pronúcleo femenino y masculino dan lugar a un nuevo ser con su
individualidad cromosómica y con la carga genética de sus progenitores. Si no
se interrumpe su evolución, llegará al nacimiento”.
Las leyes civiles establecen que existe una persona
desde que el óvulo es fecundado por el espermatozoide con independencia de su
grado de desarrollo, entonces no hay margen de duda de que el aborto es, en
efecto, la interrupción de un embarazo, pero tal interrupción se concreta
eliminando una persona. Vida humana que no es en potencia, sino en acto. No es
un proyecto de persona, sino una persona. Por tanto, las repercusiones serían
inocultables en ese sentido: quienes propugnan la legalización del aborto deberán
reconocer que con dicha práctica se está eliminando una vida humana existente,
frágil de toda fragilidad.
Se prohíbe imponer pena de muerte al menor de
dieciocho años y a la mujer en “estado de gravidez”; lo que se está defendiendo
en estos casos es el derecho a la vida del gestado.
La especie humana es única y
domina la tierra
Salmos 115, 16
Los cielos son los cielos
del SEÑOR; pero la tierra la ha dado a los hijos de los hombres.
Génesis 1, 26-28
Dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza; que tenga autoridad sobre los peces del
mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras
salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.
Y creó, , Dios al hombre a
su imagen.
A imagen de Dios lo creó.
Varón y mujer los creó.
Dios los bendijo
diciéndoles: Sean fecundos y multiplíquense.
Llenan la tierra y
sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y
sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.
ALGUNAS FUENTES:
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