REVELACIÓN DEL INFIERNO

REVELACIÓN DEL INFIERNO
JUNTO A JESÚS FUE AL INFIERNO

LA HOMOSEXUALIDAD ES UNA ENFERMEDAD FUE RETIRADA DEL CATÁLOGO DE TRASTORNOS MENTALES, SIN NINGÚN ES

miércoles, 9 de octubre de 2019

¡VAMOS A HACER OTRO DIOS QUE NOS DIRIJA!‘....ASÍ ES COMO ESTOS MALDITOS SACERDOTES ME ESTÁN TRATANDO AHORA...... ENTONCES, COMO SE DIJO ANTIGUAMENTE MI JUICIO COMENZARÁ CON MI CLERO Y DESDE MI PROPIO ALTAR.


Sean malditos por la tierra y el cielo y por todas las bestias. Esas criaturas obedecen y glorifican a Dios, mientras que ellos le han rehuido.



Aquel que comió de mi pan planeó la traición contra mí son todos aquellos que en el presente me traicionan, no los que han sido ni los que serán.

 Digo también que no es sólo una persona sino mucha gente.

Afrentosamente, han descartado las ropas con las que Yo cubrí el alma, es decir, 

UNA FE ORTODOXA*.









ORTODOXO, ORTODOXA*
SIGNIFICADO:TRADICIONAL
Que sigue fielmente los principios de una doctrina o que cumple unas normas o prácticas tradicionales


Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe…” (2 Tim. 1,3).

Consistente con las enseñanzas y el método de Cristo y de los apóstoles, los Padres señalan la necesidad de preservar puro e inmaculado el depósito de la revelación. “La religión no se debe buscar” dice San Agustín, “ni en la confusión del paganismo”, ni en la mancilla de la herejía, ni en el letargo del cisma, ni en la ceguera del judaísmo, sino sólo entre aquéllos que se llaman cristianos católicos, o los ortodoxos, es decir, los custodios de la sana doctrina y seguidores de la recta enseñanza”. (De Vera Relig., cap. V). San Fulgencio escribe: “Me regocijo de que seas solícito por la verdadera fe sin mancha de perfidia, sin la cual la conversión no sirve de nada ni puede existir” (De Vera Fide ad Petrum, Proleg).

La Iglesia, igualmente, en su celo por la pureza de la fe y enseñanzas, se ha adherido rigurosamente al ejemplo dado por los Apóstoles y primeros Padres.

 Esto se manifiesta en toda su historia, pero especialmente en los defensores de la fe como San Atanasio, en los concilios, condenas de herejías y sus definiciones de la verdad revelada.


Es una doctrina definida de la Iglesia que la fe ortodoxa es requisito para la salvación. “Quien quiera salvarse”, declara el Credo de San Atanasio, “debe primero que todo mantener integra e inviolada la fe católica, sin la cual seguramente se perderá eternamente”. Numerosos concilios y decisiones papales han reiterado este dogma.



El Libro de las Revelaciones Celestiales
Santa Brígida de Suecia



LA VIRGEN MARÍA DICE A SANTA BRÍGIDA CÓMO LOS SACERDOTES FACULTADOS PUEDEN ABSOLVER, POR MALOS QUE ELLOS SEAN: COMPÁRALOS LA VIRGEN A UN PORTERO LEPROSO.

Capítulo 36
LIBRO 4

Ve, hija mía, dice la Virgen, a aquel que tiene potestad de absolver, que aun cuando está leproso, al fin es portero, y si tiene las llaves, puede abrir la puerta, como si estuviera sano. Lo mismo acontece con la absolución y con el Sacramento del altar, que cualquiera que sea el ministro, si tiene las debidas facultades, puede absolver los pecados.
Con todo, le dirás a ese de mi parte dos cosas: la primera es, que no tendrá lo que carnalmente ama y desea; y la segunda es, que su vida acabará muy pronto. Y como la hormiga que de día y noche está llevando grano, suele caerse al acercarse a la boca del hormiguero y queda muerta a la entrada, estando el grano fuera; así él morirá, cuando comenzare a gozar el fruto de su trabajo, y será castigado y confundido por su inútil empeño.






CUÁN EDIFICANTES DEBEN SER LOS MINISTROS DEL SEÑOR PARA PODER GANAR ALMAS.


Capítulo 37
LIBRO 4
Los amigos de Dios, dice la Virgen, son como las dos hojas de la puerta por donde han de entrar los demás, y así ha de cuidarse que no tengan aspereza alguna, ni cosa que estorbe la entrada. Estas dos hojas de la puerta significan las costumbres morigeradas y buenas que deben tener los amigos de Dios, las obras de virtud que han de ejercitar, y las palabras de edificación que han de decir y enseñar. Deben, pues, evitar toda aspereza, murmuración, chocarrería, y toda tendencia del mundo, porque será causa de que no entren por esa puerta los que deban, o que después de entrar, la miren con horror.




PALABRAS DEL SEÑOR A LA ESPOSA SOBRE LA ADHESIÓN A LA NUEVA LEY; SOBRE CÓMO ESA MISMA LEY ES AHORA RECHAZADA Y DESESTIMADA POR EL MUNDO; SOBRE CÓMO LOS MALOS SACERDOTES NO SON SACERDOTES DE DIOS SINO TRAIDORES DE DIOS, Y ACERCA DE SU MALDICIÓN Y CONDENA.

Capítulo 47
LIBRO 1

Yo soy el Dios que, en un tiempo, fui llamado el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Yo soy el Dios que di la Ley a Moisés. Esta Ley era como una vestidura. Igual que una madre embarazada prepara los vestidos para su niño, así Dios preparó la Ley, que era como la ropa, sombra y señal de los tiempos venideros. Yo me vestí y me envolví a mí mismo con las vestiduras de la nueva Ley.

Cuando un niño crece, sus ropas son cambiadas por otras nuevas.

De igual manera, cuando las vestiduras de la Vieja Ley estaban a punto de ser abandonadas, Yo me vestí con la nueva ropa, o sea, con la Nueva Ley, y se la di a todos lo que quisieron tenerme a mí y a mi ropaje. Esta ropa no es ni muy apretada ni difícil de llevar sino que está bien proporcionada por todas partes. No obliga a las personas a ayunar o a trabajar demasiado, ni a matarse, ni a hacer nada que esté más allá de los límites de sus posibilidades, sino que es provechosa para el alma y conducente a la moderación y castigo del cuerpo.


Porque, cuando el cuerpo se adhiere demasiado al pecado, este pecado consume al cuerpo.

Dos cosas pueden hallarse en la Nueva Ley.

Primera, una prudente templanza y el recto uso de todos los bienes espirituales y físicos.

Segunda, una gran facilidad para mantenerse en la Ley por el hecho de que, una persona que no puede mantenerse en un estado, puede quedarse en el otro. Aquí uno puede ver que una persona que no podía vivir celibato, todavía puede vivir en un matrimonio con honor, podía levantar otra vez y seguir. Pero, ahora Mi ley esta rechazada y despreciada.


La gente dice que la Ley es demasiado estrecha, pesada y nada atractiva. La llaman estrecha porque nos obliga a contentarnos con lo que es necesario y a abandonar lo que es superfluo. Pero ellos quieren tener de todo más allá de la razón y más de lo que el cuerpo puede acarrear, como si fueran reses. Es por esto que les parece muy apretada o estricta.

 En segundo lugar, dicen que es pesada porque la Ley dice que uno debe ser indulgente con los deseos de placer ateniéndose a la razón y en momentos determinados. Pero ellos quieren ser indulgentes con el placer más de lo que les conviene y más allá de lo delimitado.

Tercero, dicen que no es atractiva porque la Ley les ordena que amen la humildad y que atribuyan a Dios todo lo bueno. Quieren ser orgullosos y ensalzarse a sí mismos por los buenos regalos que Dios les ha dado, y es por esto que la Ley no es atractiva para ellos.


¡Mira cómo desprecian ellos las vestiduras que Yo les di!

Yo terminé con las formas antiguas e introduje las nuevas para que duraran hasta el día en que Yo volviera para el Juicio, porque los viejos caminos eran demasiado difíciles.

Pero ellos, afrentosamente, han descartado las ropas con las que Yo cubrí el alma, es decir, UNA FE ORTODOXA.

Encima de todo eso, añaden pecado a pecado porque también quieren traicionarme. ¿No dice David en el Salmo ‗Aquel que comió de mi pan planeó la traición contra mí‘?

Yo quiero que anotes dos cosas en estas palabras. Primero, él no dice ―planea‖ sino ―planeó‖, como si fuera algo ya pasado.
Segundo, él apunta sólo a un hombre como el traidor. Sin embargo, Yo digo que son todos aquellos que en el presente me traicionan, no los que han sido ni los que serán, sino aquellos que aún están vivos.

Digo también que no es sólo una persona sino mucha gente. Pero tú me puedes preguntar: ‗¿No hay dos tipos de pan, uno invisible y espiritual en el que viven los ángeles y los santos y otro que pertenece a la tierra, mediante el cual se alimentan los hombres? ¿Pero, si ángeles y santos no desean nada que no esté de acuerdo con tu voluntad, y los hombres no pueden hacer nada que tú no aceptes, cómo pueden traicionarte?‘


En presencia de mi Corte Celestial, que sabe y ve todo en mí, respondo por tu bien, de forma que puedas comprender

: Hay, de hecho, dos tipos de pan.

Uno que es de los ángeles, que comen mi pan en mi Reino y están colmados de mi gloria indescriptible. Ellos no me traicionan porque no quieren nada más que lo que yo quiero. Pero aquellos que toman mi pan en el altar me traicionan.

Yo soy verdaderamente ese pan. Tres cosas se pueden percibir en ese pan: la forma, el sabor y la redondez. Yo soy, de hecho, ese pan y –al igual que el pan—tengo tres cosas en mí: sabor, forma y redondez. Sabor, porque todo es insípido, insustancial y carente de sentido sin mí, lo mismo que una comida sin pan no tiene sabor y no es nutritiva. Yo también tengo la forma del pan, en cuanto que Yo soy de la tierra.

Soy de la Madre Virgen, mi Madre es la de Adán, Adán es de la tierra. También tengo redondez en cuanto que no existe principio ni fin, porque yo no tengo ni principio ni fin. Nadie puede encontrarle un fin o un principio a mi sabiduría, a mi poder o caridad. Yo estoy en todas las cosas, sobre todas las cosas y más allá de todas las cosas. Aún si alguien volara perpetuamente como una flecha, sin parar, nunca encontraría un final o un límite a mi poder y a mi fuerza. A través de esas cosas, sabor, forma y redondez, Yo soy el pan que parece y sabe a pan en el altar, pero que se transforma en mi cuerpo que fue crucificado. Igual que cualquier materia fácilmente inflamable es rápidamente consumida cuando se coloca en el fuego, y no queda nada de la forma de la madera sino que todo se convierte en fuego, así también sucede cuando se dicen estas palabras:

‗Éste es mi Cuerpo‘, lo que antes era pan se convierte inmediatamente en mi cuerpo. Se hace una llama, no mediante el fuego como con la madera sino mediante mi divinidad. Por ello, aquellos que comen mi pan me traicionan ¿Qué clase de asesinato puede ser más aborrecible que cuando alguien se mata a sí mismo? ¿O qué traición podría ser peor que cuando, entre dos personas unidas por un vínculo indisoluble, como una pareja de casados, una traiciona a la otra? ¿Qué hace uno de los esposos para traicionar al otro? Él le dice a ella, a modo de engaño: ‗¡Vamos a tal y tal sitio, de forma que yo pueda hacer mi porvenir contigo!‘

Ella va con él en toda la simplicidad, preparada para satisfacer cualquier deseo de su marido. Pero, cuando él encuentra la oportunidad y el lugar, arroja contra ella tres armas traicioneras. O bien emplea algo lo suficientemente pesado como para matarla de un golpe, o lo suficientemente afilado como para rebanar exactamente sus órganos vitales, o algo tan asfixiante que sofoca directamente en ella el espíritu de vida. Entonces, cuando ella ha muerto, el traidor piensa para sus adentros: ‗Ahora he obrado mal. Si mi crimen sale a la luz y se hace público, seré condenado a muerte‘. Entonces él se lleva el cuerpo de la mujer a algún lugar escondido, de forma que su pecado no sea descubierto.

Esta es la forma en la que soy tratado por los sacerdotes que me traicionan. Porque ellos y yo estamos unidos mediante un solo vínculo cuando ellos toman el pan y, pronunciando las palabras, lo transforman en mi verdadero Cuerpo, que yo recibí de la Virgen.

Ninguno de los ángeles puede hacer esto. Yo les he dado sólo a los sacerdotes esa dignidad y les he seleccionado de entre las más altas órdenes. Pero ellos me tratan como traidores. Ponen una cara feliz y complaciente para mí y me llevan a un lugar escondido en el que puedan traicionarme. Estos sacerdotes ponen cara de felicidad, aparentando ser buenos y simples. Me llevan a la cámara escondida cuando se acercan al altar. Allí Yo soy como la novia o la recién casada, dispuesta a complacer todos sus deseos y, en lugar de eso, me traicionan.

Primero me golpean con algo pesado, cuando el Oficio Divino, que ellos recitan para mí, se vuelve pesaroso y cargante para ellos. De buena gana dirían cien palabras para el bien del mundo que una sola en mi honor. Antes darían cien lingotes de oro por el bien del mundo que un solo céntimo en mi honor. Trabajarían cien veces por su propio beneficio antes que una sola vez en mi honor. Ellos me presionan con este pesado fardo, tanto que es como si estuviese muerto en sus corazones. En segundo lugar, me atraviesan como con una afilada cuchilla que penetra mis órganos vitales cada vez que un sacerdote sube al altar, sabiendo que ha pecado y se arrepiente, pero está firmemente decidido a volver a pecar una vez que ha terminado su oficio. Éste dice para sus adentros: ‗Yo, de hecho, me arrepiento de mi pecado, pero no pienso dejar a la mujer con la que he pecado hasta que ya no pueda pecar más‘. Esto me perfora como la más afilada de las cuchillas.

Tercero, es como si asfixiaran mi Espíritu cuando piensan para sus adentros: ‗Es bueno y agradable estar en el mundo, es bueno ser indulgente con los deseos y no me puedo contener. Haré eso mientras sea joven y, cuando me haga mayor ya me abstendré y enmendaré mis caminos. Por este perverso pensamiento ellos sofocan el espíritu de la vida. ¿Pero cómo sucede esto? Pues bien, el corazón de éstos se vuelve tan frío y tibio hacia mí y hacia cada virtud que nunca más puede ser calentado o renacer a mi amor.

Igual que el hielo no coge fuego ni aunque se sostenga encima de una llama sino que tan solo se derrite, de la misma manera, aún si Yo les di mi gracia y ellos escuchan palabras de advertencia, no vuelven a levantarse a la forma de la vida, sino que apenas crecen estériles y flojos respecto de cada una de las virtudes. Y así me traicionan en que aparentan ser simples cuando, en realidad, no lo son, y están deprimidos y disgustados a la hora de darme la gloria, en lugar de regocijarse en ello, y también en que intentan pecar y continúan pecando hasta el final.

También me ocultan, por decirlo de alguna manera, y me colocan en un lugar escondido, cuando piensan en sus adentros: ‗Sé que he pecado, pero si me abstengo de realizar el Oficio, seré avergonzado y todos me van a condenar‘. Así que, imprudentemente, suben al altar y me manejan a mí, verdadero Dios y verdadero hombre. Estoy como si me hallara con ellos en un lugar escondido, puesto que nadie sabe ni se da cuenta de lo corruptos y sinvergüenzas que son.

Yo, Dios, estoy ahí tendido frente a ellos como en un encubrimiento, porque, aún cuando el sacerdote es el peor de los pecadores y pronuncia estas palabras ―Este es mi Cuerpo‖, él aún consagra mi Verdadero Cuerpo, y Yo, Verdadero Dios y Hombre, me tiendo ahí ante él. Cuando me pone en su boca, sin embargo, Yo ya no estoy presente para él en la gracia de mis naturalezas divina y humana –sólo queda para él la forma y el sabor del pan—no porque yo no esté realmente presente para los perversos igual que para los buenos, debido a la institución del Sacramento, sino porque los buenos y los perversos no lo reciben con el mismo efecto.


Mira, ¡esos sacerdotes no son mis sacerdotes sino, en realidad, mis traidores! Ellos también me venden y me traicionan, como Judas. Yo miro a los paganos y a los judíos pero no veo a nadie peor que estos sacerdotes, dado que han caído en el pecado de Lucifer. Ahora, déjame decirte su sentencia y a quién se asemejan. Su sentencia es la condena. David condenó a aquellos que desobedecían a Dios, no por ira o por mala voluntad ni por impaciencia sino debido a la divina justicia, porque él era un honrado profeta y rey. Yo, también, que soy mayor que David, condeno a estos sacerdotes, no por la ira ni la mala voluntad sino por la justicia.



Maldito sea todo lo que toman de la tierra para su propio provecho, porque no alaban a su Dios y Creador que les dio esas cosas.




Maldito sea el alimento y la bebida que entra por sus bocas y que alimenta sus cuerpos para que se conviertan en alimento de los gusanos y destinen sus almas al infierno.




Malditos sean sus cuerpos, que se levantarán de nuevo en el infierno para ser abrasados sin fin.




Malditos sean los años de sus vidas inútiles.




Maldita sea su primera hora en el infierno, que nunca terminará.




Malditos sean por sus ojos, que vieron la luz del Cielo.




Malditos sean por sus oídos que oyeron mis palabras y permanecieron indiferentes.




Malditos sean por su sentido del gusto, por el cual paladearon mis manjares.




Malditos sean por su sentido del tacto, mediante el cual me manejaron.




Malditos sean por su sentido del olfato, por el cual olieron exquisitos aromas y me descuidaron a Mí, que soy el más exquisito de todos.




Ahora, ¿Cómo son exactamente malditos? Pues bien, su visión está maldita porque no disfrutarán de la visión de Dios en sí sino que tan solo verán sombras y castigos del infierno.




Sus oídos están malditos porque ellos no oirán mis palabras sino tan sólo el clamor y los horrores del infierno.




Su sentido del gusto está maldito, porque no degustarán los bienes y el gozo eternos sino la eterna amargura.




Su sentido del tacto está maldito, porque no conseguirán tocarme sino tan sólo al fuego perpetuo.




Su sentido del olfato está maldito, porque no olerán ese dulce aroma de mi Reino, que sobrepasa a todas las esencias, sino que sólo tendrán el hedor del infierno, que es más amargo que la bilis y peor que sulfuro.




Sean malditos por la tierra y el cielo y por todas las bestias.




Esas criaturas obedecen y glorifican a Dios, mientras que ellos le han rehuido.





Por ello, Yo prometo por la verdad, Yo que soy la Verdad, que si ellos mueren así, con esa disposición, ni mi amor ni mi virtud les cubrirá. Por el contrario, serán condenados para siempre.



SOBRE CÓMO, EN PRESENCIA DE LA CORTE CELESTIAL Y DE LA ESPOSA, LA DIVINA NATURALEZA HABLA A LA NATURALEZA HUMANA CONTRA LOS CRISTIANOS, IGUAL QUE DIOS HABLÓ A MOISÉS CONTRA
EL PUEBLO; SOBRE LOS SACERDOTES CONDENABLES, QUE AMAN EL MUNDO Y DESPRECIAN A CRISTO, Y SOBRE SU CASTIGO Y MALDICIÓN.

Capítulo 48


La Corte Celestial fue vista en el Cielo y Dios les dijo: ―Mirad, por el bien de esta esposa mía, aquí presente, que me dirijo a vosotros, amigos míos que me estáis escuchando, vosotros que sabéis, comprendéis y veis todo en mí. Como si alguien hablase consigo mismo, mi naturaleza humana le va a hablar a mi naturaleza divina.

Moisés estuvo con el Señor en la montaña cuarenta días y cuarenta noches. Cuando el pueblo vio que él se había marchado por largo tiempo, tomaron oro, lo fundieron en el fuego y crearon con él un becerro al que llamaron su dios. Entonces, Dios le dijo a Moisés: ‗El pueblo ha pecado. Los eliminaré, igual que se borran las letras de un libro‘.




Moisés respondió: ‗¡No lo hagas Señor! Recuerda cómo los guiaste desde el Mar Rojo y obraste maravillas por ellos. ¿Si los eliminas, dónde quedará entonces tu promesa? No lo hagas, te lo ruego, pues tus enemigos dirán: El Dios de Israel es malvado, condujo a la gente desde el mar y los mató en el desierto‘. Y Dios se aplacó con estas palabras.

Yo soy Moisés, figuradamente hablando. Mi naturaleza divina habla a mi naturaleza humana, igual que lo hizo con Moisés, diciéndole: ‗¡Mira lo que ha hecho tu pueblo, mira cómo me han despreciado! Todos los cristianos morirán y su fe quedará borrada‘. Mi naturaleza humana responde: No, Señor. ¡Recuerda cómo dirigí al pueblo a través del mar por mi sangre, cuando fui apaleado desde la planta de mis pies hasta la coronilla de mi cabeza! Yo les prometí la vida eterna. ¡Ten misericordia de ellos, por mi pasión!

Cuando la naturaleza divina oyó esto, se apiadó de él y le dijo: ‗¡Así sea, pues se te ha dado todo el juicio!‘. ¡Fijaos cuánto amor, amigos míos!
Pero ahora, en vuestra presencia, mis amigos espirituales, mis ángeles y santos, y en presencia de mis amigos corpóreos, que están en el mundo aunque sólo lo están en su cuerpo, me lamento de que mi gente esté acumulando leña, encendiendo una hoguera y arrojando oro en ella de la que emerge un becerro para que ellos lo adoren como a un dios. Como un becerro, se sostienen a cuatro patas y tienen una cabeza, una garganta y un rabo.


Cuando Moisés se retrasaba en la montaña, la gente decía:

‗No sabemos qué ha podido ocurrirle‘. Se lamentaron de que les hubiese guiado para salir de su cautiverio y dijeron:

‗¡Vamos a hacer otro dios que nos dirija!‘. Así es como estos malditos sacerdotes me están tratando ahora. Ellos dicen: ¿Por qué vivimos una vida más austera que los demás? ¿Cuál es nuestra compensación? Estaríamos mejor si viviéramos sin preocupaciones, en la abundancia. ¡Vamos, pues, a amar al mundo del cual tenemos certeza! Al fin y al cabo, no estamos seguros de su promesa‘. Así, reúnen leña, o sea, aplican todos sus sentidos a amar al mundo. Encienden una hoguera cuando todo su deseo es para el mundo, y arden a medida que crece su codicia en su mente y termina resultando en obras.
Después, le arrojan oro, que significa que todo el amor y respeto que me deberían profesar lo dedican a obtener el respeto del mundo. Entonces, emerge el becerro, es decir, el amor total del mundo, con sus cuatro patas de indolencia, impaciencia, alegría superflua y avaricia. Estos sacerdotes, que deberían ser míos, sienten pereza a la hora de honrarme, impaciencia ante el sufrimiento, se exceden en vanas alegrías y nunca se conforman con lo que consiguen. Este becerro también tiene una cabeza y una garganta, es decir, un deseo de glotonería que nunca se aplaca, ni aunque se tragara el mar entero.

El rabo del becerro es su malicia, pues no dejan que nadie mantenga su propiedad, extorsionan siempre que pueden.

Por su ejemplo inmoral y su desprecio, hieren y pervierten a los que me sirven. Así es el amor al becerro que hay en sus corazones, y en él se regocijan y deleitan. Piensan en mí igual que aquellos hicieron con Moisés: ‗Se ha ido por mucho tiempo –dicen--. Sus palabras parecen sin sentido y trabajar para él es muy pesado. ¡Hagamos lo que nos de la gana, dejemos que nuestras fuerzas y placeres sean nuestro dios! ¡No se contentan, tampoco, quedándose ahí y olvidándome por completo sino que, encima, me tratan como a un ídolo!

Los gentiles acostumbraban a adorar pedazos de madera, piedras y personas muertas. Entre otros, adoraban a un dios cuyo nombre era Belcebú. Sus sacerdotes le ofrecían incienso, genuflexiones y gritos de alabanza. Todo lo que era inútil en su ofrenda de sacrificios se arrojaba al suelo y las aves y moscas se lo comían. Pero los sacerdotes solían quedarse con todo aquello que pudiera resultarles útil. Entonces, echaban un cerrojo a la puerta de su ídolo y guardaban la llave personalmente, de forma que nadie pudiese entrar.




PROCESIÓN EN LA BASÍLICA DE SAN PEDRO
 PARA LA DIOSA MADRE TIERRA PACHAMAMA





Así es como los sacerdotes me tratan en estos tiempos. Me ofrecen incienso, o sea, hablan y predican bellas palabras a la gente para conseguir respecto hacia sí mismos y provechos temporales, pero no por amor a mí. Y lo mismo que no se puede sujetar el aroma del incienso, aunque lo huelas y lo veas, tampoco sus palabras tienen efecto alguno en las almas como para echar raíces y mantenerse en sus corazones, sino que son palabras que sólo se oyen y complacen pasajeramente.


Ofrecen oraciones, pero no todas son de mi agrado.

Como quien grita alabanzas con sus labios pero mantiene su corazón callado, se mantienen cerca de mí rezando con los labios pero en el corazón merodean por el mundo.









Sin embargo, cuando hablan con una persona de rango, mantienen su mente en lo que dicen para no cometer errores que podrían ser observados por otros.


En mi presencia, sin embargo, los sacerdotes son como hombres atontados que dicen una cosa con la boca y tienen otra en el corazón.

La persona que los escuche no puede tener certeza sobre ellos. Doblan sus rodillas ante mí, es decir, me prometen humildad y obediencia, pero en realidad son tan humildes como Lucifer.

Obedecen a sus propios deseos, no a mí. También me encierran y se guardan la llave personalmente. Se abren a mí y me ofrecen alabanzas cuando dicen ‗¡Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo!‘ Pero después me vuelven a encerrar al poner en práctica sus propios deseos, mientras que los míos se vuelven como los de un hombre preso e impotente porque no puedo ser visto ni oído.

 Ellos guardan la llave personalmente en el sentido de que, por su ejemplo, también conducen al extravío a los que quieren seguir mi voluntad y, si pudieran, evitarían que
saliera mi voluntad y se cumpliese, excepto cuando ésta se ajustase a su propio deseo.

Se quedan con todo lo que, en las ofrendas de sacrificios, es útil para ellos y exigen todos sus derechos y privilegios. Sin embargo, parecen considerar inútiles los cuerpos de las personas que caen al suelo y mueren. Para ellos están obligados a ofrecer el sacrificio más importante, pero los dejan ahí para las moscas, o sea, para los gusanos. No se preocupan ni se molestan por los derechos de esas personas ni por la salvación de las almas.


¿Qué fue lo que se dijo a Moisés? ‗¡Mata a los que hicieron este ídolo!‘ Algunos fueron eliminados, pero no todos. Así pues, mis palabras vendrán ahora y los matarán, a algunos en cuerpo y en alma a través de la condenación eterna; a otros en vida, para que se conviertan y vivan; otros aún mediante una muerte repentina, al tratarse de sacerdotes que me son totalmente odiosos .

¿Con qué los voy a comparar? De hecho son como los frutos del brezo, que por fuera son bonitos y rojos pero por dentro están llenos de impurezas y de espinas.


Igualmente, estos hombres acuden a mí como rojos de caridad y a la gente le parecen puros, pero por dentro están llenos de porquería. Si estos frutos se colocan en el suelo, de ellos salen y crecen más brotes de brezo. Así, estos hombres esconden su pecado y su maldad de corazón como en el suelo, y se vuelven tan arraigados en la maldad que ni siquiera se avergüenzan de mostrarse en público y alardear de su pecado. Por ellos, otras personas no sólo hallan ocasión de pecar sino que quedan seriamente dañadas en su alma, pensando para sus adentros: Si los sacerdotes hacen esto, más lícito será que lo hagamos nosotros‘.
Ocurre, así, que no sólo se parecen a la fruta del bierzo sino también a sus espinas, en el sentido de que éstos desdeñan ser movidos por la corrección y la advertencia. Piensan que no hay nadie más sabio que ellos y que pueden hacer lo que les parezca.

Por lo tanto, juro por mis naturalezas divina y humana, en la audiencia de todos los ángeles, que atravesaré la puerta que ellos han cerrado de mi voluntad.

Mi voluntad se cumplirá y la suya será aniquilada y encerrada en un castigo sin fin. Entonces, como se dijo antiguamente, mi juicio comenzará con mi clero y desde mi propio altar.




ADVERTENCIA DE FIELES SOBRE EL SINODO EN ROMA


 























CONCLAVE INVALIDO O HEREJIA INFORME PRE-SINODAL


 










Un documento recomienda al Sínodo Panamazónico que se considere la ordenación sacerdotal de hombres indígenas casados, ancianos y respetados.

Habrá sacerdotes indígenas casados en la Amazonia .,Dice también que habrá un “ministerio oficial para las mujeres”.




 https://www.bbc.com/mundo/noticias-49951963



SACERDOTES CASADOS: LA IGLESIA CATÓLICA DEBATE LA ORDENACIÓN DE HOMBRES CASADOS EN EL SÍNODO AMAZÓNICO


























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https://infovaticana.com/2019/10/07/vigano-lamenta-que-los-obispos-y-sacerdotes-sean-perros-mudos/?fbclid=IwAR1MdWLC0AgTS7hADVYAwLCVUbZ_hQe2EAWTvsZGjGkpy8G6e0VJQ4URbt

Monseñor Viganó lamenta que los obispos y sacerdotes sean ‘perros mudos’







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Cardenal Robert Sarah: 
«La Iglesia ha caído en la oscuridad del Viernes Santo»















QUE SEPAN LOS HOMBRES, CUÁNTA REVERENCIA Y PUREZA NECESITAN LOS QUE TRATAN AHORA LA MISMA VERDAD Y SIN ELLAS, ES DE TEMER LA CONDENACIÓN



El libro de las Revelaciones Celestiales
Santa Brígida de Suecia






















EL DÍA 1 DE MARZO DE 1989, EN LA IGLESIA DEL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA DE ROMA, EL PAPA JUAN PABLO II DIJO LO SIGUIENTE:

"... POR LO TANTO, UNA VEZ MÁS YO OS ADVIERTO DE TODAS LAS FORMAS DE INFAMIA, COMO POR EJEMPLO LA PROHIBIDA COMUNIÓN EN LA MANO..."


"... YO NO REVOQUÉ LO QUE UNO DE MIS PREDECESORES (PABLO VI) DIJO ACERCA DE ELLO (COMUNIÓN EN LA BOCA). ELLO SUCEDE BAJO VUESTRA RESPONSABILIDAD, MIS QUERIDOS OBISPOS DE OTRAS DIÓCESIS, Y PIDO QUE RECONOZCAIS A TIEMPO CUAN EQUIVOCADO ES VUESTRO CAMINO..."

"... SOLO PERMITIRÈ LA COMUNIÓN EN LA LENGUA Y DE RODILLAS. CUALQUIER OTRA COSA IMPORTADA Y EXTENDIDA POR FORANEOS ESTÀ PROHIBIDA. OS DIGO ESTO COMO OBISPO VUESTRO".
S.S.JUAN PABLO II.



DESDE ENTONCES NINGÚN PAPA HA MANIFESTADO LO CONTRARIO.


El Papa JUAN PABLO II renovó la prohibición de comulgar en la mano en Roma y en toda Italia.

Negó varias veces la Comunión en la mano a personas que se la pedían, (aún a la esposa del presidente de Francia Giscard d’Estaign.) Y en su visita a Alemania declaró:

“No estoy de acuerdo con los decretos que autorizan la Comunión en la mano.”



EUCARISTÍA LA VERDAD COMO COMULGAR











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