S. S. PAPA PÍO XI ESTABLECIÓ LA FIESTA LITÚRGICA EN
HONOR DE CRISTO REY, DESDE 1925… PERO DESPUÉS DEL CONCILIO VATICANO II ESTO SE HA
CAMBIADO.
Solemnidad de Cristo Rey
Último domingo de octubre
Hoy se celebra la solemnidad de Jesucristo Rey del
Universo (Cristo Rey), realeza establecida dogmáticamente en el Concilio de
Nicea cuando se proclamó a Nuestro Señor Jesucristo consustancial al Padre,
como rezamos en el Credo, en el que también se proclama que "su reino no
tendrá fin".
S. S. Papa Pío XI establecio la fiesta litúrgica en
honor de Cristo Rey, desde 1925 en la Encíclica "Quas primas" cada
último domingo de octubre, que es el anterior a la solemnidad de Todos los
Santos (1 de noviembre),
Papa Pío XI:
«Nos pareció también el último domingo de octubre
mucho más acomodado para esta festividad que todos los demás, porque en él casi
finaliza el año litúrgico; pues así sucederá que los misterios de la vida de
Cristo, conmemorados en el transcurso del año, terminen y reciban coronamiento
en esta solemnidad de Cristo Rey, y antes de celebrar la gloria de Todos los
Santos, se celebrará y se exaltará la gloria de aquel que triunfa en todos los
santos y elegidos» (QP, 31).
"La
celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las
naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo
obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes.
A éstos les traerá a la memoria el pensamiento del
Juicio Final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación
del Estado cuanto también aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado,
vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la
sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios
cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora
finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la
rectitud de costumbres".
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Después del concilio vaticano II la iglesia con el novus ordo celebra, la fiesta solemne de Jesucristo, Rey del Universo, el último domingo del año litúrgico*
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*AÑO LITÚRGICO creado por inspiración de Dios por la misma iglesia, se distribuye en festividades y ciclos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y Tiempo Ordinario.
El año litúrgico se inicia con el Adviento, que se compone de cuatro domingos antes del día de Navidad.
Este domingo de adviento puede ser, entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre, y con él se inicia también el año litúrgico.
El calendario civil fué creado basándose en el calendario litúrgico.
El año litúrgico y el año civil contienen 365 días cada uno. El año civil termina el 31 de diciembre y comienza el 1 de enero.
El año litúrgico comienza el primer domingo de adviento y termina un día antes.
El primer domingo de adviento no tienen fecha fija, pues el año litúrgico solamente tienen algunas celebraciones apegadas al calendario civil pero otras celebraciones están más bien apegadas al calendario lunar como es el caso de la celebración de la Pascua. En otro caso la celebración de Navidad si tienen fecha fija y todos la conocemos. Navidad no es el 24 de diciembre sino el 25.
Navidad no es un día, es un tiempo y comienza el 25 de diciembre y termina un día antes de la fiesta del bautismo del Señor que tiene fecha movible porque se ajusta a la celebración de la Pascua.
La fiesta del Bautismo siempre será después del 6 de enero o de la fiesta de la Epifanía.
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RAZÓN DE ESTA FIESTA.
Sacerdote Dom Prospero Gueranger
♦Frente "a
esta peste de nuestros días" los Papas no han cesado de levantar su voz.
Pero, como la plaga iba en aumento, Pío XI quiso aprovechar el año jubilar para
recordar solemnemente al mundo por la Encíclica Quas primas del 11 de diciembre
de 1925, el completo y absoluto poder de Cristo, Hijo de Dios", Rey
inmortal de los siglos, sobre todos los hombres y sobre todos los pueblos de
todos los tiempos.
Además, para que esta doctrina tan necesaria no se
olvidase demasiado pronto, instituyó en honor de su reinado universal una
fiesta litúrgica que fuese a la vez memorial solemne y reparación de esa
apostasía de las naciones y de los individuos, que se afanan por manifestarse
en la doctrina y en los hechos en nombre del laicismo contemporáneo.
Finalmente, el Sumo Pontífice prescribió para esta
misma solemnidad la renovación de la consagración del género humano al Sagrado
Corazón.
CONSAGRACION AL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
"Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano,
miradnos humildemente postrados delante de vuestro altar:
vuestros somos y vuestros queremos ser; y a fin de
poder vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno espontáneamente
nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.
Muchos, por desgracia, jamás os han conocido; muchos,
despreciando vuestros mandamientos, os han deshechado.
¡Oh Jesús benignísimo, compadeceos de los unos y de
los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Santísimo! ¡Oh Señor! Sed Rey,
no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de
los pródigos que os han abandonado, haced que vuelvan pronto a la casa paterna
para que no perezcan de hambre y de miseria.
Sed Rey de aquellos que por seducción del error o por
espíritu de discordia, viven separados de Vos; devolvedlos al puerto de la
verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo rebaño bajo
de un solo Pastor. Sed Rey de los que permanecen aún envueltos en las tinieblas
de la idolatría o del islamismo; dignaos atraerles a todos a la luz de vuestro
reino.
Mirad finalmente con ojos de misericordia a los hijos
de aquel pueblo que en otro tiempo fué vuestro predilecto; descienda también
sobre ellos, como bautismo de redención y de vida, la sangre que un día contra
sí reclamaron.
Conceded, oh Señor, incolumidad y libertad segura a
vuestra Iglesia; otorgad a todos la tranquilidad en el orden; haced que del uno
al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: "Alabado sea el
Corazón divino, causa de nuestra salud; a El se entonen cánticos de honor y de
gloria por los siglos de los siglos. Así sea."
¡Viva Cristo Rey!
"Estos pelearán contra el Cordero, y el
Cordero los vencerá, porque El es Señor de señores y Rey de reyes, y los que
están con El son llamados, escogidos y fieles". Apocalipsis
(17,14)
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Solemnidad de Nuestro Señor
Jesucristo
Rey Del Universo,
Fiesta de Cristo Rey
"¡Yo soy Rey de Cielo
y Tierra¡"
La humanidad debe reconocer mi Divina
Realeza,¡ Mis Derechos Divinos sobre ellos! Es sólo en Mí, hija Mía, que la
humanidad encontrará la paz . "( Diario 160,
Jesucristo Rey de Todas las Naciones).
NOTA: La adoración a Jesucristo como rey, no necesita de ninguna aprobación eclesiástica, así, lo enseña la Santa Iglesia, como tampoco se necesita de ninguna aprobación eclesiástica la adoración a su sangre Preciosa, a sus santas llagas, a la corona de espinas, a la herida del sagrado costado, a su sacratisímo cuerpo, al santísimo sacramento, al sagrado corazón, etc.
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Dom Guéranger,
paladín de la liturgia romana
Prosper-Louis-Pascal Guéranger
Defensor de la Iglesia Romana,
Restaurador de la liturgia romana.
En 1860, durante una investigación llevada a cabo por
la Santa Sede para encontrar el mejor modo de condenar los "errores
modernos" y en especial el liberalismo político, el abad Guéranger envió
una respuesta que, entre otras de importantes eclesiásticos de Francia y de
Bélgica, fue la base de una primera lista de errores, lista que luego se
convertiría en el Syllabus.1
Entre sus escritos más importantes cabe recordar
Instituciones litúrgicas (1840-1851) y El año litúrgico (1841-1866).
Dom Guéranger tenía un amor especial por el papado. Su
Mémoire sur l'Immaculée Conception atrajo sobre sí la atención de Pío IX, quien
le pidió que colaborara en la preparación de su dogma mariano, proclamado el 8
de diciembre de 1854. En 1870, durante el Concilio Vaticano I, expuso en La
monarchie pontificale el apoyo de la tradición a la infalibilidad del Pontífice
romano.
Su devoción hacia el Sagrado Corazón era muy intensa.
Lo considera el mejor remedio contra el jansenismo. Es una de las razones por
las cuales se interesa por Santa Gertrudis y por los místicos.
A partir de 1862, Dom Guéranger tomó la iniciativa de
impulsar a varios de sus discípulos en la búsqueda de las fuentes de los cantos
litúrgicos de la Iglesia, poniendo así a Solesmes en el camino que conducirá a
la restauración del canto gregoriano y a la edición de su repertorio.
Murió el 30 de enero de 1875, a la edad de 69 años. Su
cuerpo está sepultado en la cripta de nuestra iglesia abacial, mientras que su
corazón reposa en el santuario de la iglesia de Saint-Cécile de Solesmes.
«Acercáronse los fariseos y saduceos y, para ponerlo a prueba le
pidieron que les hiciese ver alguna señal del cielo. Mas Él les respondió y
dijo: “Cuando ha llegado la tarde, decís: Buen tiempo, porque el cielo está
rojo”, y a la mañana: “Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo
sombrío”. Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos»
(Mt 16, 1-3).
También a nosotros se nos puede reprender por no saber distinguir
el tiempo que vivimos, no saber reconocer los signos de los tiempos… Ante la
realidad de la situación debemos preguntarnos ¿dónde está, entonces, la Realeza
de Cristo?
«Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una
prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24,
12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21,
12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una
impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus
problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura
religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en
que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su
Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)»
(CATIC, nº 675).
3) La restauración final tendrá lugar en y por Jesucristo:
«La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta
última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf.
Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico
de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una
victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10)
que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de
Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12)
después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3,
12-13)» (Ibíd., nº 677).
Por tanto es reconociendo estos “signos de los tiempos” como los
cristianos de comienzos del siglo XXI tenemos que vivir la realeza de Cristo.
Sin esperar, al modo de Lammenais, una Iglesia reconciliada con los principios
de la libertad moderna ni ensoñar con una “democracia con valores”. Pero sin
esterilizar tampoco la propia acción religiosa y social con el anhelo de una
imposible restauración.
San Luis María Grignion de Monfort:
«Así como por María, vino Dios al mundo la vez primera en humildad
y anonadamiento, ¿no podría también decirse que por María vendrá la segunda
vez, como toda la Iglesia le espera, para reinar en todas partes y juzgar a los
vivos y a los muertos? ¿Cómo y cuándo?, ¿quién lo sabe? Pero yo bien sé que
Dios, cuyos pensamientos se apartan de los nuestros más que el cielo de la
tierra, vendrá en el tiempo y en el modo menos esperado de los hombres, aun de
los más sabios y entendidos en la Escritura Santa, que está en este punto muy
oscura.
Pero todavía debe creerse que al fin de los tiempos, y tal vez más
pronto de lo que se piensa, suscitará Dios grandes hombres llenos del Espíritu
Santo y del espíritu de María por los cuales esta Divina Soberana hará grandes
maravillas en la tierra para destruir en ella el pecado y establecer el reinado
de Jesucristo su Hijo sobre el corrompido mundo» (Tratado de la Verdadera
Devoción, 58-59).
PADRE ÁNGEL DAVID
MARTÍN RUBIO
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