Este es el prodigio que Dios quiere hacer en nosotros: Que nuestra voluntad humana se unifique, se funda, se haga una sola con la Divina Voluntad, de tal modo que ya no puedan distinguirse una de la otra.
Jesús quiere el cambio de « corazones » es decir de Voluntades: Tú le das tu voluntad pobre, miserable y pecadora, y él te da la suya infinita, poderosa, purísima, etc., para que en adelante hagas reinar en ti esa Divina Voluntad dejándola actuar en lugar de la tuya, que él no la destruye, sino que la funde, la unifica con la de él; de manera que sea la suya la que se mueva, piense, decida, actúe,… en ti.
Nuestro Señor nos da un ejemplo entre los muchos que da: cuando dos objetos de oro se funden para hacer uno solo, aún cuando uno sea pequeño y otro grandísimo, ya no se pueden distinguir el uno del otro, porque han perdido su forma y se han vuelto una sola cosa; así la Voluntad de Dios transforma a la voluntad humana en ella misma. Por eso, invita constantemente a Jesús para que con su Divina Voluntad venga a reinar en ti. Y junto con María Santísima dile: « Fiat », « Sí », « He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Voluntad ».
(El Sagrado Corazón de Jesús y la Divina Voluntad, Tomado de Santa Margarita María de Alacoque Y de La sierva de Dios, la pequeña hija de la divina voluntad, Luisa Piccarreta.)
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