Con el nombre de Comunión Espiritual se entiende el
piadoso deseo de recibir la Sagrada Eucaristía, cuando no se la puede recibir
sacramentalmente.
La
Comunión espiritual consiste, según Santo Tomás, en un deseo ardiente de recibir
a Nuestro Señor Jesucristo sacramentalmente y en amoroso abrazo, como si se lo
hubiera ya recibido
Sobre
esto, Sta. Catalina de Siena tuvo una visión. Vio a Jesús con dos cálices y le
dijo: “En este cáliz
de oro pongo tus comuniones sacramentales y, en éste de plata, tus comuniones
espirituales. Los dos cálices me son agradables”.
Sta.
Teresa de Jesús recomendaba: “Cuando
no podáis comulgar ni oír misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de
grandísimo provecho
El Cura
de Ars, decía: “Una Comunión espiritual actúa en el alma como un
soplo de viento en una brasa que está a punto de extinguirse. Cada vez que sientas que tu amor por Dios se
está enfriando, rápidamente haz una Comunión espiritual”.
Cuán
agradable sea a Dios esta espiritual Comunión, y cuántas las gracias que por
ella se nos conceden, lo manifestó el Señor a su sierva Sor Paula Maresca,
fundadora del Monasterio de Santa Catalina de Siena, en Nápoles, mostrándole
(como en su vida se refiere) dos vasos preciosos, de oro el uno y el otro de
plata; y diciéndole que en el de oro conservaba sus comuniones sacramentales, y
en el de plata las espirituales. Y a la beata Juana de la Cruz le dijo que cada
vez que comulgaba espiritualmente, recibía la misma gracia que si hubiese
realmente comulgado.
Baste
sobre todo saber que el Sacro Concilio de Trento alaba mucho la Comunión
espiritual, y exhorta a los fieles a practicarla.
Por eso
todas las almas devotas suelen hacer a menudo este santo ejercicio de la
Comunión espiritual. La beata Águeda de la Cruz lo hacía doscientas veces al
día. Y el Padre Pedro Fabro, primer compañero de San Ignacio, decía que para
hacer bien la Comunión sacramental, ayuda sobremanera el comulgar
espiritualmente.
Estimúlese,
pues, quien desee adelantar en el amor de Jesucristo, a practicar la espiritual
Comunión, siquiera una vez en cada Visita al Santísimo Sacramento, y en cada
Misa que oyere; aunque mejor sería repetirla tres veces en esta última ocasión
, o sea al principio de la Misa, al medio y al fin.
Es la
tal devoción mucho más provechosa de lo que algunos juzgan, y al mismo tiempo
facilísima. Decía la mencionada beata Juana de la Cruz, que la Comunión
espiritual se puede hacer sin que nadie lo note, sin necesidad de ayuno o de
permiso del director, y a la hora que nos plazca: con hacer un acto de amor,
está hecha. (Visitas al Santísimo Sacramento y a María Santísima
por San Alfonso María de Ligorio)
“El
lugar por excelencia de la comunión espiritual es la iglesia y su momento
privilegiado es aquél en el que la persona está arrodillada ante el Santísimo
sacramento”. (La comunión espiritual se puede hacer en cualquier momento del
día y en cualquier lugar del mundo, pero, ciertamente, el momento más apropiado
es el de la visita y adoración a Jesús sacramentado). Incluso, viajando o
trabajando, podemos estar en adoración ante Jesús sacramentado.
Decía
S. Antonio María Claret: “Tendré una capilla fabricada en medio de mi corazón y
en ella, día y noche, adoraré a Dios con un culto espiritual”.
Si se tiene la desgracia de estar en pecado mortal deben hacer un acto previo de contrición, si quieren
recibir el fruto de la Comunión Espiritual. De lo contrario, para nada les
aprovecharía, y sería hasta una irreverencia, aunque no un sacrilegio.
Acto de contrición
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero,
Creador,
Padre y Redentor mío;
me pesa de todo corazón de haberos ofendido,
porque he
perdido el cielo y merecido el infierno.,
Pero sobre sobre todo
porque os he
ofendido a ti
que tanto me amas,
por ser vos quien sois,
y porque os amo por sobre todas las cosas.,
Propongo
firmemente ayudado de vuestra divina gracia, apartarme de todas las ocasiones
de pecar,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Acto De Contrición
Si un
corazón contrito y humillado,
Si un
pecador perverso, arrepentido,
Si un
hombre ciego, loco, prostituido,
Si un
esclavo perpetuo del pecado.
Puede
aguardar perdón de un juez airado,
puede
aplacar a un padre que ha ofendido,
Puede desagraviar a Dios que ha sido su
creador,
Redentor crucificado:
Hoy se
postra a sus plantas con temor,
hoy implora su gracia y su bondad,
mirando
sus excesos con horror;
El
perdón solicita a su maldad,
el indulto le pide un pecador;
Y esto espera por gracia y por piedad.
ORACIONES PARA COMULGAR ESPIRITUALMENTE:
Formula de San Alfonso María de Ligorio
Jesús mío, creo que estáis en el Santísimo
Sacramento; os amo sobre todas las cosas y deseo recibirte dentro de mi alma.
Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, venid a lo menos
espiritualmente a mi corazón. Y como si ya os hubiese recibido, os abrazo
y me uno todo a Vos. No permitáis, Señor, que vuelva jamás a abandonaros.
Fórmula breve
Creo, Jesús mío, que estáis en el Santísimo
Sacramento: Os amo y deseo. Venid a mi corazón. Os abrazo; no os apartéis nunca
de mí.
Se ganan 3 años de Indulgencia cada vez. Plenaria
al mes haciéndola todos los días. (Penit. 25 febrero 1933. Enchir. 164.)
La siguiente
fórmula para hacer la comunión espiritual es aprobada por la Iglesia. En el
rescripto de noviembre 24. 1922, la sagrada congregación de indulgencias
efectúo la aprobación de ésta oración que reza así:
“O Jesús, me vuelvo hacia Vos en el sagrario donde
vivís oculto por amor mío. Yo Os ámo, O Dios mío: pero ahora no os puedo
recibir sacramentalmente a mi corazón y purificadme. Santificadme; y haced que
mi corazón sea semejante al vuestro. Amén.
Señor, yo no soy digno de que vengas a mi morada;
pero dí una sola palabra, y mi alma quedará sana.
Indulgencia de 500 días, si se repite tres veces.
(129 en la raccolta 1944).
1. Jesús mío, creo
que Tú estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo
recibirte ahora dentro de mi alma; ya que no te puedo recibir
sacramentalmente, ven a lo menos espiritualmente a mi corazón.
Señor, no soy digno
ni merezco que entres en mi pobre morada pero di una sola palabra y mi alma
será sana, salva y perdonada.
El Cuerpo, la
Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, guarden mi alma
para la vida eterna. Amén.
2. Y como si ya te hubiese
recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitáis, Señor, que jamás me
separe de Voz.
3. Yo quisiera, Señor, recibirte
con aquella pureza, humildad y devoción con que te recibió tu santísima Madre;
y con el espíritu y fervor de los santos.
Te suplico, oh señor, mío Jesucristo que la
ardiente y dulce fuerza de tu amor, embargue toda mi alma, a fin de que muera
de amor por Ti, así como Tú te dignaste morir de amor por mí. Amén
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