La Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús se
celebra el viernes posterior al segundo domingo de Pentecostés.
La devoción al
Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, desde
que se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde
salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese
Corazón se abrieron las puertas del Cielo.
La Santa Iglesia
Católica dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la
finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos de una
manera especial en estos 30 días.
Santa Margarita
María de Alacoque era una religiosa de la Orden de la Visitación. Tenía un gran
amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor especial por ella.
Se le apareció en
varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a ella y a todos los
hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres se alejaran de Él
por el pecado.
La devoción de la
HORA SANTA tuvo su origen en la oración que Jesús hizo en Getsemaní, la víspera
de su muerte en la noche del Jueves al Viernes Santo.
Su institución se
debe a Nuestro Señor mismo, que la pidió a su fiel sierva Santa Margarita María
de Alacoque, en estos términos:
“Todas las noches del Jueves al Viernes, te haré participante de aquella mortal tristeza que quise sentir en el huerto de las Olivas...
Y para acompañarme en la humilde oración que
presenté entonces a mi Padre; te levantarás entre once y doce de la noche; y prosternada,
pegando el rostro con la tierra, procuraras no solo aplacar la ira divina
pidiendo la gracia para los pecadores, sino también endulzar de alguna manera
la amargura que sentí por el abandono de mis Apóstoles, a quienes reprendí por
no haber podido velar una hora conmigo”.
JESÚS: "Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio."
Durante
estas visitas a su alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo más, a
tenerle devoción, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para
que su Corazón no sufra más con nuestros pecados.
He aquí
las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por medio de ella a todos los
devotos de su Sagrado Corazón:
Las
promesas del Sagrado Corazón de Jesús:
NOTA: Para obtener estas promesas se debe uno consagrar al sagrado
corazón de Jesús.
1. A las almas
consagradas a mi Corazón Les daré todas las
gracias
necesarias a su estado (casado(a) soltero(a),
viudo(a)+ o consagrado(a) a Dios).
2. Pondré paz en sus
familias.
3. Los consolaré en
todas las aflicciones.
4. Seré su refugio
durante la vida y, sobre todo,
a la hora de la
muerte.
5. Bendeciré
abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores
hallarán misericordia en mi Corazón que es
fuente y océano infinito de misericordia.
7. Los tibios se
harán fervorosos.
8. Los fervorosos se
elevarán rápidamente a gran perfección.
9. Bendeciré los
lugares donde la imagen de mi Corazón sea
expuesta y
venerada.
10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.
11. Las personas que
propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12. La gran promesa: Un viernes, durante la Sagrada
Comunión, dijo estas
palabras a su devota esclava:
«Yo te
prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso
concederá a todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la
gracia de la perseverancia final: es decir, no morirán en desgracia y sin haber
recibido los Sacramentos.
Mi
Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.
Las condiciones para ganar esta gracia son
tres:
1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de
mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.
2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de
alcanzar la perseverancia final.
3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por
las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Para
consagrarnos al Sagrado Corazón de
Jesús, podemos hacer el Acto de Consagración que hizo de sí Santa Margarita María al Divino Corazón de Jesús, y
es muy bueno que lo repitamos todos los
días de nuestra vida, y es el siguiente:
Hay concedida indulgencia parcial a todos los
fieles que devotamente reciten esta CONSAGRACIÓN PERSONAL al Sagrado Corazón de
Jesús.
Forma
resumida de pacto con el Corazón de Jesús:
"Corazón de Jesús yo cuidaré de tu honra
y de tus cosas y tú cuida de mí y de las mías."
CONSAGRACIÓN AL SAGRADO
CORAZÓN DE JESÚS:
Yo, N.
N., me dedico y consagro al Sagrado Corazón de
Nuestro Amado Señor Jesucristo; le entrego mi persona y mi vida, mis
acciones, penas y sufrimientos, para no
querer ya servirme de ninguna parte de mi ser sino para honrarle, amarle y glorificarle.
Ésta es
mi irrevocable voluntad: pertenecerle a
Él enteramente y hacerlo todo por amor suyo, renunciando de todo mi
corazón a cuanto pueda disgustarle.
Te
tomo, pues, Corazón divino, como único objeto de mi amor, por protector de mi vida, seguridad de
mi salvación, remedio de mi fragilidad y
mi inconstancia, reparador de todas las faltas de mi vida, y mi asilo seguro en la hora de la muerte.
Sé,
pues, Corazón bondadoso, mi
justificación para con Dios Padre, y desvía de mí los rayos de su
justa indignación.
Corazón
amorosísimo, en ti pongo toda mi confianza, porque, aun temiéndolo todo de mi flaqueza, todo lo
espero de tu bondad.
Consume,
pues, en mí todo cuanto pueda
disgustarte o resistirte.
Imprímase
tu amor tan profundamente en mi corazón,
que no pueda olvidarte jamás, ni verme separado de ti.
Te
ruego encarecidamente, por tu bondad que mi nombre esté escrito en ti.
Ya que quiero constituir toda mi dicha y toda mi
gloria en vivir y morir llevando las
cadenas de tu esclavitud. Así sea.
Dice Jesús: La Consagración puede reducirse a un pacto Cuida tú de mi honra y de mis cosas; que mi Corazón cuidará de ti y de las tuyas.
Oración Al Sagrado Corazón
De Jesús
¡Oh
dulcísimo y amadísimo Jesús mío!:
Si no
fueseis mi Salvador, no me atrevería a venir a Vos. Pero bien sé que sois mi
Jesús, mi salvador y mi esposo, y tenéis un Corazón que me ama con el amor más
tierno y más ardiente, cual ningún otro corazón es capaz de amarme.
Dulce
Jesús mío: yo deseo corresponder a ese amor que me tenéis y quisiera tener para
con Vos, que sois mi único amor: Todo el ardor de los Serafines, toda la pureza
de Los Ángeles y de las Vírgenes y toda la santidad de los Santos que os poseen
y glorifican en el Cielo.
Si
tuviera todo esto, aún, no sería bastante para alabar vuestra bondad y Vuestra
misericordia.
Más,
como no lo tengo: os presento mi pobre corazón, tal como es, con todas sus
enfermedades, con todas sus miserias y con todos sus buenos deseos.
Vos lo
purificaréis con la Sangre de Vuestro Corazón, lo transformaréis y lo
abrasaréis
En amor
puro y ardiente, y así resultará que una pobre criatura como yo, incapaz de
Todo lo
bueno y capaz de todo lo malo, os amará y os glorificará tanto como los más
encendidos Serafines.
En fin,
dulcísimo Jesús mío: yo os pido que comuniquéis a mi alma la santidad de
vuestro mismo corazón, o sea, que la abisméis en Vuestro Corazón Divino, y que
en Él:
Os ame,
os sirva, os glorifique y se pierda durante toda la eternidad.
Os pido
esta misma gracia, para todas las personas que quiero, y deseo que ellas os den
la gloria y el honor que yo os he quitado, cuando os he ofendido. Amén.
SOBRE LA Consagración al Sagrado Corazón de Jesús: Todos los elementos fundamentales del misterio de la Salvación -la revelación del amor de Dios en la verdadera humanidad del amor de Cristo, la centralidad del Misterio pascual y, por tanto, de la Eucaristía, el sentido sacerdotal-victimal de todo el pueblo cristiano, el espíritu de adoración y expiación, la confianza en la misericordia divina, la realeza grandiosa de Jesucristo, y tantos otros aspectos- están aquí perfectamente sintetizados. Y es en la Eucaristía y en la consagración personal al Corazón de Jesús donde halla su centro esta devoción y culto.
Como bien señala el padre Jesús Solano, «el culto al corazón del Salvador está centrado en la Eucaristía» (Teología... II/1,28). Es en ella donde nuestra donación y consagración personal al Corazón de Jesús, nuestra unión de amor con Él, se hace máxima en esta vida. Pero, como complemento moral intensivo -si vale la expresión- ya Santa Margarita María de Alacoque y San Claudio La Colombière (+1682) se consagran al Sagrado Corazón de Jesús (21-VI-1675), con un sentido profundo de donación personal, total e irrevocable, obrada en espíritu de amor y servicio.
Y el desarrollo pujante en toda la Iglesia de la devoción al Corazón de Jesús generaliza en el pueblo cristiano esa misma devoción de la consagración personal (+J. Solano,Teología... I,197-303).
UN MENSAJE DEL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
"Quiero que las almas crean en mi Misericordia, que lo esperen todo de mi Bondad, que no duden nunca de mi Perdón."
Yo soy el amor. Mi Corazón no puede contener la llama que constantemente le devora.
Yo amo a las almas hasta tal punto, que he dado la vida por ellas.
Por su amor he querido quedarme prisionero en el Sagrario, y hace veinte siglos que permanezco allí noche y día, oculto bajo las especies de pan, escondido en la hostia, soportando por amor, el olvido, la soledad, los desprecios, blasfemias, ultrajes y sacrilegios.
El amor a las almas me impulsó a dejarles el sacramento de la Penitencia, para perdonarles, no una vez, ni dos, sino cuantas veces necesiten recobrar la gracia.
Este mensaje está sacado de las comunicaciones que Sor Josefa Menéndez recibió varias veces, durante los últimos meses de los años, 1922 y 1923.
LAS DOS VOLUNTADES EN CRISTO
Jesús, por ser hombre, tiene una
voluntad humana y por ser Dios tiene una Voluntad Divina. Pero su voluntad
humana está de tal modo unificada a la Divina que no se puede distinguir cual
sea una y cual sea la otra, porque son una sola cosa.
Esa mezcla Divina en la que su
voluntad humana y su Voluntad Divina se unifican, son una sola cosa, una sola
Voluntad, fundidas perfectamente la una en la otra, es lo que Jesús llama su
Corazón.
Este es el prodigio que Dios quiere
hacer en nosotros: Que nuestra voluntad humana se unifique, se funda, se haga
una sola con la Divina Voluntad, de tal modo que ya no puedan distinguirse una
de la otra.
Jesús quiere el cambio de « corazones
» es decir de Voluntades: Tú le das tu voluntad pobre, miserable y pecadora, y
él te da la suya infinita, poderosa, purísima, etc., para que en adelante hagas
reinar en ti esa Divina Voluntad dejándola actuar en lugar de la tuya, que él
no la destruye, sino que la funde, la unifica con la de él; de manera que sea
la suya la que se mueva, piense, decida, actúe,… en ti.
Nuestro Señor nos da un ejemplo entre
los muchos que da: cuando dos objetos de oro se funden para hacer uno solo, aún
cuando uno sea pequeño y otro grandísimo, ya no se pueden distinguir el uno del
otro, porque han perdido su forma y se han vuelto una sola cosa; así la
Voluntad de Dios transforma a la voluntad humana en ella misma. Por eso,
invita constantemente a Jesús para que con su Divina Voluntad venga a reinar en
ti. Y junto con María Santísima dile: « Fiat », « Sí », « He aquí
la esclava del Señor, hágase en mí según tu Voluntad ».
(El Sagrado Corazón de Jesús y la Divina
Voluntad, Tomado de Santa Margarita María de Alacoque Y de La sierva de Dios,
la pequeña hija de la divina voluntad, Luisa Piccarreta.)
DAR CLICK:
No hay comentarios:
Publicar un comentario